El origen del cómic en España puede remontarse muy atrás en el tiempo. Como en casi todos los países europeos, existe un debate sobre el primer cómic autóctono. En España se llega a citar las Cantigas de Santa María, unas 420 composiciones de la segunda mitad del siglo XIII en honor a la Virgen María que cuentan milagros sucedidos con su intervención.
Este debate se complica según qué se entienda por historieta. Según el historiador de la prensa, investigador del cómic y sociólogo Antonio Martín:
«El cómic puede definirse como una historia narrada por medio de dibujos y textos interrrelacionados. Representando una serie progresiva de momentos significativos de la misma, según la selección hecha por el narrador»
Según esta definición tenemos que remontarnos hasta el siglo XVIII, con la aparición de las aleluyas, para encontrar un antecedente claro del cómic en España.
Surgidas en Francia durante el siglo XVI, las aleluyas son estampas de temática religiosa. En España tuvieron gran aceptación en las regiones de Cataluña y Valencia. Su forma más común era la de una hoja de papel dividida en 48 viñetas, acompañada de versos octosílabos y pareados al pie de cada cuadro.
Ande el Volante con arte
cruzando de parte a parte
Llega en 1857 la primera historieta española con el nombre «Historia de las desgracias de un hombre afortunado«, del ilustrador y escritor español Victor Patricio de Landaluce. Esta tira humorística fue publicada en la revista La Charanga en Cuba, cuando todavía era colonia española.
Ya en esta época podemos atisbar en lo que se transformaría el cómic en España, el humor gráfico. Pero no es hasta 1863 que se encuentran las primeras tiras cómicas en territorio peninsular, con Luis Mariani y Jiménez y Salustiniano Asenjo.
Luis Mariani y Jiménez, nació en Sevilla entre los años 1835 y 1840. Fue director, redactor, litógrafo y dibujante de historietas como El Cencerro (1863), El Tío Clarín (1864), El Clarín (1867), La Camapana (1867), El Padre Adam (1868) y El Tío Clarín segunda época (1869). Destacó por su trabajo satírico y de ilustración, siendo el autor de las primeras historietas que se encontraron en la península.
Por otro lado, la carrera de Salustiano Asenjo fue menos prolífica. Pese a poseer grandes dotes par el dibujo, la caricatura y la poesía satírica, el director de la Academia de San Carlos natural de Pamplona no pudo desarrollar ampliamente sus habilidades.
En la década de los setenta, aparecen nuevos referentes como Tomàs Padró o José Luis Pellicer. Padró fue el caricaturista más destacado de su época, comparable a los caricaturistas políticos de Francia, Inglaterra, Italia o Alemania. Nacido en una familia de artistas, tuvo desde joven un talento innato para el dibujo. Fue pupilo de grandes como Lorenzale, Ribera y Madrazo.
Como ilustrador satírico destacan algunas de sus obras como los almaneques El Tiburón y Lo Xangut; y revistas como El Cañón Krupp, La Pubilla, Lo Noy de la Mare o Un Tros de Paper. Pero entre todos ellos destaca La Campana de Gràcia, que le debe gran parte de su popularidad y difusión.
José Luis Pellicer i Fenyé, fue otro de los referentes de la época.
Pintor y dibujante español, nacido en Barcelona. Pellicer comenzó su carrera artística bajo las ordenes de Ramón Martí Alsina, con quien desarrolló su pintura orientalista.
El barcelonés compaginó su labor como pintor con la producción de obras gráficas. También participó de manera activa con numerarsas revistas y publicaciones como ilustrador. Se encontraron obras suya en L´Illustratio, Graphic, La Vanguardia, La Renaixença, Diari Catalá o La Campana de Gràcia.
Con el éxito de muchos de estos autores, las historietas e ilustraciones se hicieron un hueco en la España de la época, convirtiéndose en un elemento cotidiano.
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