Cuando hablamos de la Ilustración, el gran movimiento cultural e intelectual surgido en el siglo XVIII, tal vez se nos vengan a la cabeza nombres de la talla de David Hume, Kant, Voltaire, Montesquieu, Diderot, d’Alembert, Rousseau y un largo etcétera. No obstante, cabe hacernos la pregunta: ¿hubo Ilustración en España? La respuesta a esta pregunta es bastante compleja y sigue siendo objeto de intenso debate. Existieron españoles que, a pesar de no alcanzar la fama de sus contemporáneos europeos, dejaron su huella no sin sufrir los avatares fruto de la incomprensión de las élites gobernantes de su tiempo (como en el resto de Europa).
Los cambios en el pensamiento empezaron a producirse en el período comprendido entre 1680-1720 (la pre-Ilustración), con una serie de científicos llamados ‘novatores’ que influirán decisivamente en las décadas siguientes. Sus principales representantes fueron Francisco Gutiérrez de los Ríos, Diego Mateo Zapata, Juan Bautista Corachán, Manuel Martí, Juan de Cabriada y Borrás y Crisóstomo Martínez, entre otros. Estos autores españoles se caracterizaron por defender los principios del empirismo científico y el racionalismo. Todos ellos fueron contemporáneos a la revolución científica del siglo XVII con los trabajos de John Locke, Johannes Kepler, Isaac Newton, Robert Boyle, Blaise Pascal y Gottfried Leibniz. Gracias a las nuevas ideas científicas, la Ilustración impactará de lleno en la sociedad del siglo XVIII poniendo en entredicho los pilares del Antiguo Régimen.
En España podemos distinguir dos períodos culturales, coincidentes con los reinados de Felipe V (1700-1746), Fernando VI (1746-1759), Carlos III (1759-1788) y Carlos IV (1788-1808). La Primera Ilustración se desarrolló entre 1720-1750, entre sus principales componentes se encuentran Fray Benito Jerónimo Feijoo y Gregorio Mayáns y Siscar. La Segunda Ilustración o plena Ilustración, ocurrida entre 1750-1810, tuvo sus principales valedores en el Marqués de la Ensenada, Pablo de Olavide, el X conde de Aranda, Campomanes y Jovellanos. A pesar de sus buenas intenciones, muchos de ellos acabaron en el olvido por la incapacidad de llevar a cabo sus reformas debido a la dura realidad socioeconómica de España. Aquí repasamos la vida de aquellos valientes hombres, claramente adelantados e incomprendidos en el tiempo que les tocó vivir.
Fray Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764)
Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro nació en el pueblo de Casdemiro (Orense) en 1676. Procedente de una familia noble gallega, ingresó en la Orden de San Benito en el Monasterio de San Julián de Samos en 1688. Cursó sus estudios en el colegio de Lerez (Pontevedra) y en el monasterio de San Vicente de Salamanca. A partir de 1709, residió en el monasterio de San Vicente de Oviedo, donde desarrolló su dilatada actividad filosófica hasta su muerte en 1764. Se le considera uno de los máximos exponentes del racionalismo ilustrado y teóricos del prerromanticismo. Su extensa obra fue ampliamente conocida en toda Europa. Su pensamiento crítico abrió las puertas al conocimiento ilustrado en España. Entre 1721 y 1729 ocupó el cargo de abad. Ejerció el profesorado hasta 1739 siendo catedrático de teología. Publicó ensayos filosóficos sobre numerosas materias, considerándose el introductor de este género.
Su intensísima vida intelectual no conocía límites. Entre 1726 y 1740, publicó los nueve volúmenes de su obra Teatro crítico universal (donde se recoge el primer manifiesto feminista español: Defensa de las mujeres). A su vez, entre 1742 y 1760 publicó las Cartas eruditas y curiosas, compuestas por 5 volúmenes. En esta obra se encuentran disertaciones sobre materias tan diversas como teología, medicina, física, matemáticas, geografía, filosofía, moral y literatura. Su crítica filosófica abordada desde el conocimiento científico, recibió numerosos ataques por parte de otros autores ilustrados como Fray Jacinto Segura y Diego de Torres y Villaroel. Feijoo rechazó los dogmas tradicionales y defendió la libertad de pensamiento y la observación personal utilizando un lenguaje sencillo alejado de la retórica y con intencionalidad divulgadora.
Gregorio Mayáns y Siscar (1699-1781)
Gregorio Mayáns y Siscar nació en Oliva (Valencia) el 9 de mayo de 1699. De orígenes nobles, se formó con los jesuitas y estudió jurisprudencia y filosofía en las universidades de Valencia y Salamanca. En 1723, obtiene la cátedra del Código Justiniano en la universidad valenciana. Una década después, se incorpora a la Biblioteca Real durante el reinado de Felipe V. Cuatro años más tarde, publica la obra ‘Orígenes de la lengua española’ y la ‘Vida de Miguel de Cervantes Saavedra’, en una edición de 25 ejemplares. El estudio de Mayáns se centra un análisis del conjunto de la obra de Cervantes y del Quijote en particular.
Conocedor de las serias dificultades educativas en España, envía al ministro Patiño un ambicioso programa de reformas académicas y culturales que no tendría mucho éxito. Por otro lado, la censura imperante en aquel entonces le granjeó enemistades en la Real Academia de la Historia y de la Lengua. En 1740, regresa a Oliva y el resto de su vida se dedica a escribir sus obras ‘Retórica’, ‘Gramática latina’, los manuscritos de Nicolás Antonio (Censura de historias fabulosas), la poesía de Fray Luis de León y la edición latina de las obras completas de Juan Luis Vives. Dos años después, funda la Academia valenciana. En 1776, ingresa en la Real Sociedad Económica Valenciana de Amigos del País. Murió en Valencia en 1781.
La Segunda Ilustración o Plena Ilustración se desarrollará en España en la segunda mitad del siglo XVIII, alcanzando su plenitud durante el despotismo ilustrado de Carlos III (‘Todo para el pueblo pero sin el pueblo’).
Bibliografía:
Barea R, M. E. (2016). Imperiofobia y leyenda negra. Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español. Círculo de Lectores, S.A.U. Barcelona.
Mestre Sanchís, A. (1998): ‘La Ilustración Española’. Madrid: Arco Libros.