Segunda Guerra Mundial: Mitos sobre el Frente Oriental

Los mitos sobre el Frente Oriental y la Segunda Guerra Mundial son frecuentes. En este texto corresponde desmitificar por lo menos tres de los más difundidos. Tres elementos suelen mencionarse constantemente en la historiografía y en las discusiones cotidianas: la ayuda angloamericana a la Unión Soviética en relación a la Ley de Préstamo y Arriendo, el infame General Invierno y las supuestas olas de colaboracionismo ucraniano.

Alexey Yeremenko
Una de las fotos más enigmáticas de la Segunda Guerra Mundial. El Politruk Alexey Yeremenko guía a sus hombres a la batalla con su confiable tokarev, segundos después caería muerto ante el fuego enemigo.

El Frente Oriental, de lejos, significó un incomparable derramamiento de sangre para los contendientes. Tanto para alemanes como para soviéticos, las condiciones eran duras y la guerra era a muerte. La población soviética fue duramente represaliada por las fuerzas ocupantes y, al tratarse de dos de los regímenes más vilipendiados de la historia, quedando a juicio del lector discernir el porqué, la información suele ser en ocasiones oscura, exagerada o incompleta. La literatura es amplia pero sintetizarla puede ser un desafío para cualquier entusiasta del tema.

Marinos soviéticos en el Frente Oriental
La infantería naval soviética, mejor conocida como la «Muerte Negra», prueba sus M1 Thompson o «Tommy Gun» recibidas gracias a la Ley de Préstamo y Arriendo.

1. La Ley de Préstamo y Arriendo, o Lend-Lease. Decisiva para las fuerzas soviéticas.

La Ley de Préstamo y Arriendo fue aprobada por el Congreso de los Estados Unidos de América el 8 de marzo de 1941, recibiendo oficialmente la firma y homologación de Franklin D. Roosevelt, presidente de los EE.UU, el 11 del mismo mes. La guerra estaba en su punto álgido, puesto que las fuerzas anglo-francesas habían sido aplastadas entre los meses de mayo y junio de 1940 en las batallas de Bélgica, Francia y Dunkerque, para luego enfrentarse a las duras agresiones de la Luftwaffe en la Batalla de Inglaterra en los meses de julio y octubre. La resistencia británica era tenaz, y su producción era respetable, pero el gobierno británico, que ya no tenía aliados en pie, se encontraba cercado y requería de más material para el esfuerzo de guerra porque no le bastaba con la cesión de destructores de EEUU.

Se abre el Frente Oriental

Las condiciones cambiarían en junio de 1941 cuando por medio de la Operación Barbarroja, agresión que la URSS anticipaba por la obvia expansión alemana en la región, los alemanes abren otro frente y entran en guerra contra la URSS con unos rápidos avances que le llevarían a estar a las afueras de Moscú.

Tropas soviéticas y británicas, aunque parecen ser específicamente australianas, reunidas en algún lugar de Irán tras la Operación Countenance.

Entre junio y septiembre de 1941, la Unión Soviética y Gran Bretaña dirigirían una invasión conjunta contra Irán en la conocida invasión anglo-soviética de Irán. Su objetivo era crear un corredor seguro para poder suministrar a la Unión Soviética y contribuir a frenar a los alemanes en el Frente Oriental, pero también teniendo en cuenta que con el Corredor Persa se mantendrían seguros los pozos petrolíferos de Bakú, en la Azerbaiyán soviética. En general, fueron loables los esfuerzos por mantener suministrada y segura desde otros frentes a la URSS.

Problemas en torno a la recepción de suministros

En octubre de 1941, transcurridos dos meses de la campaña en Irán, los Estados Unidos de América y la Unión Soviética firmarían el Protocolo de Moscú, donde oficializarían el envío de suministros. El flujo de suministros no sería determinante, sino que la ayuda americana sería aproximadamente de un 0,1%, como apuntaría el historiador Mikhail Frolov, aún cuando todavía transcurrían los tiempos más difíciles en el Frente Oriental. De mejores condiciones se hablaría a partir del la Batalla de Stalingrado, cuando finalmente las fuerzas soviéticas, en la magistral Operación Urano, detienen a los ejércitos alemanes en noviembre de 1942. Sin contar la contraofensiva soviética del Mariscal Zhukov dentro de la Batalla de Moscú en diciembre de 1941, un año antes.

De tal manera que la ayuda angloamericana entre 1941 y 1942 apenas sería de un 7%, en la mayoría de los casos debido al acoso de los submarinos de la Kriegsmarine a las naves mercantes aliadas.

La Ley de Préstamo y Arriendo puesta en tela de juicio

El «Lend-Lease», a juicio de muchos historiadores y analistas militares, fue un respiro para la URSS pero, ¿realmente habría sobrevivido la URSS sin la Ley de Préstamo y Arriendo? ¿Fue decisiva la ayuda extranjera para las fuerzas soviéticas?

Cabe la posibilidad de que el flujo de suministros hubiere sido mayor al que realmente arribó a territorio soviético, pero no habría cambiado la realidad socioeconómica en torno a los recursos movilizados, en el sentido de que todos esos recursos estaban siendo utilizados en su máxima capacidad en pro del esfuerzo de guerra. En Leningrado era común ver tanques T-34 sin latonería ni pintura saliendo de fábricas de tractores, reconvertidas previamente en fábricas de tanques.

Tanques T-34 ensamblados en una fábrica de tanques de Chelyabinsk.

Las cifras

Adhiriéndonos a las cifras aportadas por el historiador David M. Glantz en The Soviet-German War 1941-1945: Myths and Realities, se estiman por lo menos 98.300 vehículos blindados de producción soviética sobre los 12.161 recibidos como suministros. Unas 122.100 aeronaves producidas por la mano de obra soviética hacen contrapeso a las 18.303 que ingresarían gracias la Ley de Préstamo y Arriendo. No obstante, unas de las cifras más altas dentro del marco de colaboración aliada se encuentra en vehículos ligeros y camiones (en los que se calcula 409,526 frente a 744,400 producidos en fábricas soviéticas).

En una postura crítica, debe tomarse en consideración que lo recibido, pese a que mucho del material recibido puede ponerse en tela de juicio por baja fiabilidad o pobre desempeño, dio un margen logístico más alto a las fuerzas soviéticas y que, entre esa logística, debe contarse el combustible, la materia prima, los insumos médicos, los alimentos, vías ferroviarias, telecomunicaciones y un sinfín de productos más que le alargaron la vida útil al combatiente soviético.

Según Mark Harrison en Resource mobilization for World War II: the U.S.A., U.K., U.S.S.R., and Germany, 1938-1945 publicado en «The Economic History Review, 41:2 (1988), pp. 171-192», la URSS mostró el mayor nivel de movilización económica en la guerra por encima de sus aliados. En ese sentido, según una de las tablas que aporta en su texto académico, la movilización del producto nacional neto para la guerra de la URSS fue de un 74% en 1942, llegando a su récord, y estando por encima del 54% del producto nacional neto movilizado por el Reino Unido, del 36% de los Estados Unidos y del 69% movilizado por Alemania nazi.

Resalta, además, la movilización de la fuerza de trabajo, que se aglutinó tanto en el sector civil como en los mismos ejércitos, concluyendo que la fuerza laboral desplegada por la URSS para 1943 fue de un 54% de la población, mientras que la fuerza de trabajo desplegada por los EEUU, el mismo año, fue de un 35.4%, la del Reino Unido de un 45.3% y, por último, ubicándose Alemania nazi con un 37.6% de la población como fuerza de trabajo. Se puede decir que eran auténticas máquinas industriales pero la URSS, pese a tener su industria comprometida, tenía una reserva laboral lo suficientemente poderosa para procurarse una buena producción. A esto se le debe sumar que la industria estratégica, y más importante, había sido trasladada a los Montes Urales.

La ayuda angloamericana sobreestimada

La conclusión es que la Ley de Préstamo y Arriendo fue un suministro respetable, a mediados de la guerra, y útil para el esfuerzo de guerra soviético, pero no determinante ni estrictamente necesario. Hay evidencia empírica de sobra del poder industrial de la URSS y de su volumen de producción para los años de la guerra. De este modo, es deshonesto concluir que la guerra en el Frente Oriental dependía de los suministros que venían del otro lado del Atlántico y del Mediterráneo.

soldados alemanes rendidos
Soldados alemanes rindiéndose ante el Ejército Rojo dentro del período de la Batalla de Moscú en enero de 1942.

2. El invierno fue determinante para la victoria soviética sobre las fuerzas ocupantes.

«Regla número uno en la página uno del libro de la guerra: ‘No marchar sobre Moscú’. Varias personas lo han intentado, Napoleón y Hitler, y no está bien».              

En la ciencia militar se ha acuñado el término General Invierno. Son numerosas las contiendas donde el invierno ruso ha hecho de las suyas con los ocupantes. Pero en cuanto a conflictos modernos del siglo XX, los más difundidos son la Guerra de Invierno y el Frente Oriental en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Gran parte de la literatura académica militar en torno a la guerra ártica versa sobre estos catastróficos conflictos y ambos, hasta el día de hoy, han dejado duras lecciones sobre movilidad, logística y capacidad operacional.

Es cierto que, para el invierno de 1941, se habían dado aproximadamente 100.000 casos de congelación, al igual que 14.000 fritzes requerían de amputaciones a causa de las duras condiciones invernales. Allen F. Chew señala que las víctimas de congelamiento alcanzaron un cuarto de millón, más unos cientos de casos de neumonía, influenza y pie de trinchera. También afirma que el deficiente desempeño de las tropas alemanas llevaría, en abril de 1942, a perder 625.000 hombres, contando los 375.000 que se habían perdido para noviembre de 1941. Aunque varios están de acuerdo en endilgarle 730.000-750.000 pérdidas a las Wehrmacht en el mes de noviembre.

A diferencia de las tropas alemanas, en el Frente Oriental, las soviéticas estaban mejor equipadas en términos de protección contra el invierno.
Tropas de asalto soviéticas con su protección invernal avanzan contra los alemanes en el asedio de Leningrado.

Oficiales descontentos y mala logística

Para noviembre de 1941, denunciaba el Mariscal de Campo von Brauchitsch que sus hombres no habían recibido todavía equipamiento para el invierno. El invierno había empezado a hacerse notar entre finales de octubre y comienzos de noviembre. El equipamiento prometido para el ejército apenas llegaría en febrero de 1942, cuando la contraofensiva soviética había barrido a más de la mitad de las tropas dispuestas en la contienda de Moscú.

Las extensas nevadas también fueron un obstáculo para las tropas soviéticas, mejores equipadas que las alemanas, en los planes de su abrumadora contraofensiva tras la Batalla de Moscú. Esto evitó la completa aniquilación de las tropas alemanas para diciembre de 1941 y enero de 1942, pero las bajas fueron considerables, y de ninguna manera, Alemania pudo reponerlas. Fue una de las razones por las que empezó el reclutamiento masivo de extranjeros en las SS.

A propósito de la movilidad alemana, gran parte de los caballos que utilizaba Alemania para el transporte murieron durante el invierno. Aunque yace difundido el mito de que el ejército alemán estaba enteramente mecanizado, era falso. Según el historiador Richard L. DiNardo, en el transcurso de la guerra, se utilizaron por lo menos tres millones de caballos para suplir las carencias de transporte mecanizado. Aunque la práctica de usar caballos, pero no para suplir carencias, también estaba difundida en el Ejército Rojo para operaciones de reconocimiento y exploración.

La ventaja soviética

Allen F. Chew apunta que modelos de tanques soviéticos como los T-34, KV1 y KV2 eran efectivos durante su desplazamiento sobre la profunda nieve, especialmente para abrirse caminos entre largas nevadas y permitirle el paso a la infantería. El especialista sugiere que los tanques soviéticos tenían ventaja sobre los alemanes a la hora de desempeñarse en ambientes invernales. A diferencia de los tanques alemanes, los de origen soviético no sufrían fallas en sus motores por estar expuestos al frío.

En cuanto a las lecciones aprendidas en la Guerra de Invierno, las tropas soviéticas adoptaron esquís para mejorar la capacidad operativa durante el invierno. Las cifras de tropas de esquí eran ampliamente superiores tanto en formación como en experiencia, aunque apuntaba el especialista que las unidades de esquí solo servían, realmente, combinadas con otras unidades o en operaciones nocturnas, como es el caso de un asalto hecho el 23 de noviembre de 1941 al cuartel general del XII Armeekorps que se cobró la vida de 19 alemanes y dejó heridos a al menos 29 de ellos. Los soviéticos acostumbran a ejecutar ataques nocturnos para mermar la capacidad de los alemanes, desmoralizarlos y causar todo el daño posible.

Un soldado alemán con armas capturadas de fabricación soviética. Sostiene una PPS43 mientras que debajo se ve una PPSH41.

Equipamiento en malas condiciones

Hay amplia evidencia para poner en entredicho la fiabilidad de las armas alemanas en lo que respecta al Frente Oriental, pese a que muchas fueron auténticas obras de ingeniería, pero presentaban engorrosos problemas durante el invierno. Desde ametralladoras, hasta rifles y subametralladoras sufrían de problemas en su mecanismo por no estar diseñadas para guerra ártica. No era la filosofía, sin embargo, de las armas soviéticas: diseñadas no solo para condiciones invernales, sino para cualquier tipo de ambiente y para las inclemencias de la guerra. De acuerdo a Allen F. Chew, los soldados alemanes preferían los subfusiles soviéticos por su fiabilidad, por su resistencia a las duras condiciones del invierno (su ensamblaje era diferente, de tal manera que había más espacio y no era tan propenso a congelarse) y porque podía conseguirse mucha más munición, ya que la munición alemana, en ocasiones, llegó a escasear por problemas logísticos.

Persisten las dificultades logísticas y productivas

Los errores de 1941-1942 en el Frente Oriental se deben más a los problemas logísticos de las Wehrmacht. No tuvieron una previa y exhaustiva preparación para la guerra en el Frente Oriental, y hubo un pésimo uso de la información y de las redes de inteligencia para estudiar la situación en el Ejército Rojo. En general, pueden atribuirse a otro sinfín de causas. La producción alemana llegó a ser lo bastante deficiente y sus tanques más avanzados llegaron a ser una minoría, así como las armas regulares que producían las fábricas en Alemania podían llegar a ser exageradamente caras en costos y tiempos de producción a diferencia de sus contrapartes de fabricación soviética.

Para 1942, estaba demostrado que las Wehrmacht no se encontraban capacitadas para ganar la guerra, ni siquiera con el eventual cese de las condiciones invernales. Ofensivas como la de Kursk o Bagration fueron al margen del invierno.

La conclusión final

¿Fue determinante el invierno? El invierno influyó negativamente en ambos bandos, sólo que llegó a verse la diferencia logística entre ambos: mientras el Ejército Rojo estaba equipado, el Heer alemán no lo estuvo hasta febrero de 1942, y ni siquiera en las cantidades que exigía el Alto Mando (OKF). La oficialidad alemana ignoró la larga literatura militar en torno al invierno ruso, subestimándolo otra vez y no tomando las previsiones necesarias. Una de las claves para ganar la guerra, además de una buena producción y una buena tecnología, es procurarse una buena red de suministros y una buena logística. El problema llegó a repetirse en África del Norte, mientras el Afrikakorps carecía de suministros y de una buena fuerza blindada, las fieras tropas de Montgomery sí estaban bien suministradas.

partisanos soviéticos
Partisanos soviéticos avanzan. Se puede ver un subfusil PPSH41 y una ametralladora DP-28.

3. Los ucranianos recibieron como libertadores a los alemanes, y gran parte de ellos, se alzaron en armas contra el gobierno soviético.

Aunque los colaboracionistas ucranianos, y su Ejército Insurgente Ucraniano, tienen amplia difusión entre algunos círculos académicos bajo una suerte de libertadores, es más que conocida su colaboración con las tropas del III Reich y su responsabilidad en progromos y ejecuciones sumarias. Se suele decir que el apoyo a estos sectores colaboracionistas fue en masa, apelando al nacionalismo ucraniano que tan común ha sido dentro de la órbita zarista-soviética.

La naturaleza de los nacionalistas ucranianos

Según Rossoliński-Liebe, la Organización de Nacionalistas Ucranianos, el principal grupo detrás de los alzamientos nacionalistas de 1941, fue especialmente violento y hostil contra los ucranianos que desaprobaban el nacionalismo radical de la OUN. Para 1943, justo cuando la guerra se hacía difícil para Alemania, alcanzaría su mayor radicalismo con la formación del Ejército Insurgente Ucraniano. 

Miembros del Ejército Insurgente Ucranianiano en Lviv, Ucrania.

En 1940 y 1941, la OUN habría colaborado con oficiales de la Abwehr y las Wehrmacht como Wilhelm Canaris, Theodor Oberländer, Hans Koch y Alfred Bisanz. La OUN data a 1929, aunque el separatismo ucraniano es mucho más antiguo, de manera que la meta de establecer un Estado ucraniano que pudiera adherirse a principios como el Blut und Boden o incluso el de su propio lebensraum sin rusos, polacos ni otros pueblos. Este ideario etnocentrista ucraniano haría concluir a John A. Armstrong que una de las cosas que motivaba a los ucranianos de la OUN a colaborar con la Alemania nazi eran sus simpatías ideológicas.

Los «enemigos» del nacionalismo radical ucraniano

Los principales grupos enemigos de los ucranianos nacionalistas serían los rusos o moskali, los polacos u okupanty y los ucranianos, que ellos denominarían seksoty o informantes. Pero un grupo bastante represaliado, con amplia evidencia histórica al respecto, sería el de los judíos.

Según las estimaciones de Dieter Pohl, en el progromo de Lviv serían asesinados por lo menos 4.000 judíos, mientras en el oeste de Ucrania serían asesinados entre 13.000 y 35.000 judíos.

Lo fundamental para discernir entre los colaboracionistas ucranianos, declaradamente nacionalistas y etnocentristas, y la masa ucraniana que sufrió las peores condiciones bajo la ocupación alemana, es hablar de números y, al mismo tiempo, de las acciones de los nacionalistas ucranianos contra los propios ucranianos. Es cierto que, en ocasiones, los ucranianos tuvieron que ser complacientes con los alemanes por mera supervivencia; por estar sujetos a un régimen de ocupación extranjero y a un régimen de terror. También habría que considerar que los ucranianos soviéticos estaban compactos en un conflicto a muerte entre los partisanos, que operaban tras las líneas enemigas, y las fuerzas de ocupación apoyadas por los nacionalistas ucranianos.

Ucranianos en servicio activo en el Ejército Rojo, en las guerrillas partisanas y en el Ejército Insurgente Ucraniano. 

No obstante, según Artem’ev, citado por Curran y Ponomareff, en las divisiones de infantería del Ejército Rojo para enero del año 1943 habría aproximadamente un 11.80% de ucranianos, la cifra aumentaría en abril a 12.37%, en julio descendería a 11.62% para en enero de 1944 alcanzar su punto máximo con un 22.27%. Era el segundo grupo étnico, o la segunda nacionalidad, más grande dentro de la composición del Ejército Rojo. Por encima estaban naturalmente los rusos con un 58.32% en enero de 1944. El 19.41% restante en 1944 correspondería a otras nacionalidades como la bielorrusa (o rusos blancos), armenia, georgiana, entre otras.

Un informe de la CIA desclasificado en 1999 sugiere que la composición étnica de los partisanos, según estimaciones alemanas de mayo de 1943, es la siguiente: 2.520.000 millones de bielorrusos, 1.300.000 ucranianos y 500.000 rusos. Un total de 4.320.000 millones de partisanos frente a los 100.000 y tantos ucranianos que se sumaron a las guerrillas y diversas facciones nacionalistas que, por lo general, terminarían colaborando con la ocupación alemana y sirviendo a las SS.

Conclusiones finales

Barridos tres de los grandes mitos sobre el Frente Oriental, se puede adoptar otra óptica, que no deja de ser crítica, sobre el conflicto germano-soviético dentro de la Segunda Guerra Mundial. Como el conflicto más importante del siglo XX, y probablemente de la historia, es mucho lo que se dice al respecto y poco lo que se contrasta.

katyusha
Varias baterías de cohetes conocidas como «katyusha» o, por los alemanes, como «los órganos de Stalin».

Tanto las fuerzas alemanas como las soviéticas significaban una potente maquinaria de guerra pero ambas denotaron carencias. Los alemanes estaban acostumbrados a guerras rápidas, a blitzkriegs cuando, en realidad, la guerra en la Unión Soviética representaba todo lo contrario pese a las victorias iniciales. Los alemanes ignoraron su historia militar, incluso la historia militar francesa: ¿pudo acaso Napoleón surtir a sus cansadas tropas en el interior del territorio ruso? Era una guerra para la que no tenía preparación, ni un terreno favorable.

El Ejército Rojo, por otro lado, llegó a tener una oficialidad deficiente, porque las purgas de los treinta contribuyeron a mermar una parte de los oficiales de carrera. También porque la organización de sus ejércitos y divisiones estaba más basada en acumular que en apostar estratégicamente. El landser alemán era un soldado competente, pero pronto ese landser pasaría a ser otro; uno recién reclutado y poco experimentado producto de las pérdidas irreparables que tuvieron las Wehrmacht.

Por otro lado, ¿podía jactarse Alemania de tener varios frentes abiertos, dividir la producción para cada frente, y luchar a muerte contra tres potencias industriales? Los historiadores más críticos sostienen que, para 1942, la guerra ya estaba perdida en el Frente Oriental, por más que fuera latente la insistencia de Hitler.

Por desgracia, el formato de publicaciones no permite ahondar más, por su simplicidad y carácter divulgativo, pero son muchos los datos y detalles que han tratado los académicos para desmentir y desmitificar paradigmas o elementos que llegaron a tener fuerza dentro de la historiografía.

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