La maldición del primer emperador de China

Transcurridos más de dos mil años después de su muerte, el primer emperador de China Qin Shi Huang (259-210 a.C.) todavía infunde respeto y temor. Parte de su legado incluye la construcción de la primera Gran Muralla y la creación de los famosos soldados de terracota. Muchos temen que al descubrir su tumba se desate una horrible maldición. Pero, ¿qué hay de cierto o falso en estas teorías?

Qin Shi Huang ordenó moldear los soldados de terracota para que le acompañasen en su viaje al más allá. Fuente: eldiario.es

Inicios

Hay figuras en la historia que han estado destinadas a dejar su huella de forma más o menos violenta: Alejandro Magno, Julio César, Carlomagno, Solimán el Magnífico, Napoleón Bonaparte y un largo etcétera. Pero esta vez debemos viajar hasta la ancestral China, origen de una de las civilizaciones más antiguas del mundo. En este lugar surgió un nombre que perduró para siempre: Qin Shi Huang.

¿Pero quién fue este personaje? Yíng Zhèng más tarde conocido como Qin Shi Huang, ha pasado a la historia por ser el primer emperador de China (221-210 a.C.) y fundador de la efímera dinastía Qin (221-206 a.C.). En el momento del nacimiento de Zhèng (259 a.C.), China se encontraba dividida en múltiples estados en permanente lucha. El más importante de todos ellos era el Estado de Qin.

Retrato póstumo de Qin Shi Huang del siglo XIX

Esta fase de guerras fraticidas se conoció con el nombre de Reinos Combatientes (siglos V-III a.C.) y se extendió hasta el establecimiento de la China imperial. Zheng nació en la ciudad de Handan, en el Estado Zhao. Él era hijo de un príncipe procedente de la casa real de Qin llamado Zichu, que se encontraba prisionero por un acuerdo entre los reinos de Zhao y Qin.

Posteriormente Zichu se las arregló para regresar al Estado de Qin y ser coronado con la ayuda de un rico mercader de nombre Lü Buwei, que más tarde se convertiría en su primer ministro. Zhèng ascendió al trono de Qin en el año 247 a.C. encontrándose bajo un período de regencia hasta el 238 a.C. Fue entonces cuando planificó un golpe en palacio y se hizo con el poder absoluto. Por fin había llegado su momento.

Pero todavía no era suficiente para el joven Zhèng. Decidido a atacar de forma tenaz e implacable a sus enemigos, fue sometiendo uno a uno a todos los reinos circundantes a sangre y fuego hasta subyugar toda China en el 221 a.C. tras la caída del ultimo reino independiente, el Estado Qi. Ahora era Qin Shi Huang Di, el primer emperador de China. Había empezado una nueva era en el «Reino del Centro«. Una época que se prolongaría de forma intermitente a lo largo de innumerables dinastías hasta 1912.

Apogeo y olvido

La gran figura del primer emperador chino ha pasado a la historia por ser el primero en convertir una serie de muros independientes en la precursora de la que se conocería posteriormente como Gran Muralla China. Esta constituía un sistema defensivo de miles de kilómetros de longitud para evitar ataques de los belicosos pueblos del norte. Pero a través de esta colosal obra, también pretendía reforzar su poder central y evitar el fortalecimiento de los señores feudales. También suponía establecer el límite entre la civilización y la barbarie.

Muralla China
Fotografía de la Gran Muralla China

Tras someter a los diferentes Reinos Combatientes, Qin Shi Huang se encargó de desarrollar una extensa red de carreteras y canales por todo su imperio desde la capital Xianyang. Sus objetivos eran mejorar las comunicaciones comerciales, el movimiento de tropas en caso de levantamientos de provincias rebeldes y favorecer los trabajos forzados de la población. Además, por si esto fuera poco, con la ayuda de su primer ministro Li Si unificó China bajo un sistema legal, una moneda, una escritura, la estandarización de pesos y medidas, etc.

Mapa de China a la muerte de Qin Shi Huang (210 a.C.)

Uno de los aspectos por los que pasaría a la posteridad fue la construcción de un esplendoroso mausoleo doblemente amurallado que diera constancia de su grandiosidad tanto en vida como en muerte. Obsesionado con alcanzar la vida eterna, en él obraría la creación de los famosos soldados de terracota en formación de batalla (infantería, arqueros, lanceros), así como figuras de caballos y carros de combate, además de escribas, acróbatas, músicos y otros oficios. De esta forma, se aseguraba que le prestaran sus servicios en la otra vida. El emperador de China quería dejar todo atado y bien atado.

Pero el legado de Qin Shi Huang no fue del todo halagüeño, pues a su muerte en el 210 a.C. había dejado un reguero de muerte y destrucción, persiguiendo a intelectuales y adversarios. El descontento popular por el coste humano de sus faraónicas obras también hizo mella. Tras la caída de la dinastía Qin pocos años después, se produjeron violentos disturbios que destruyeron la capital hasta los cimientos y los edificios de su imponente mausoleo. No obstante, los 20.000 metros cuadrados subterráneos con los soldados de terracota permanecieron a salvo hasta el momento presente.

Por otro lado, hay quienes aseguran que incluso transcurridos miles de años de su paso por la vida terrenal, sobre este personaje pesa una espantosa maldición y que es mejor no tratar de descubrir sus oscuros secretos. Por lo que pudiese ocurrir. Aunque es más que probable que este pensamiento se deba al profundo respeto por los fallecidos y por sus lugares de reposo que impera en la sociedad china y por mantener alejados a los ladrones de tumbas. Posiblemente en el mausoleo de Qin Shi Huang se hallen tesoros de incalculable valor, codiciados por aventureros del estilo de Indiana Jones.

Guerreros de terracota en el mausoleo de Qin Shi Huang en Xi’an (China)

Descanso eterno

Tras su muerte, la leyenda de Qin Shi Huang se perdió en las penumbras de la historia hasta la segunda mitad del siglo XX. Aunque anteriormente habían aparecido algunos fragmentos, fue en el año 1974 cuando se dio a conocer uno de los mayores descubrimientos de la historia. Un grupo de campesinos de la región de Xian se encontró con soldados de terracota cuando trataban de abrir un pozo de agua.

Siguieron excavando y encontraron una especie de cámara subterránea, por lo que decidieron avisar a las autoridades locales. Muy pronto, se emprendió una prospección arqueológica y sus increíbles hallazgos dejaron atónitos a la nación china y al resto del mundo. Con el tiempo, se convirtió en uno de los principales reclamos turísticos y en un potente instrumento para la propaganda de Mao Zedong.

A día de hoy se han logrado reconstruir unos 2.000 soldados de terracota de los cerca de 8.000 que se cree que se encuentran en total en el mausoleo. Como curiosidad, cada uno de ellos presenta unos rasgos físicos diferentes, sin que existan dos ejemplares iguales, además de haber poseído policromía hoy casi extinta. Esto nos da una idea de la extrema minuciosidad del trabajo de sus creadores.

Imagen de los soldados de terracota. Fuente: mihistoriauniversal.com

Al observar la majestuosidad del recinto funerario, nos pueden abordar ciertas dudas: ¿por qué Qin Shi Huang se hizo construir semejante mausoleo? ¿cuál era su propósito? Es posible que después de perpetrar tantas masacres a sus reinos enemigos y ser un gobernante tan despiadado, él mismo quisiera tener su propio ejército de ultratumba. Quizás para estar más protegido en el más allá.

Qin Shi Huang no se conformaba con ser un mero rey. Aspiraba a mucho más. Quería ser un monarca universal, por ello se hizo nombrar Soberano Emperador con un marcado componente religioso. Su objetivo era traspasar las fronteras del mundo terrenal para adentrarse en el mundo de los espíritus. Y que mejor manera que mediante la creación de los enigmáticos e imponentes soldados de terracota.

Trampas mortales y otros peligros

Independientemente de que desatara una horrible maldición al abrir la tumba de Qin Shi Huang, en la actualidad no son pocos los que temen perturbar el sueño eterno del primer emperador chino. Las razones son algo más mundanas, pero no menos peligrosas: tras las oportunas mediciones, se cree que existen elevados niveles de mercurio en el mausoleo, además de trampas mortales para los posibles saqueadores.

Esta abundante presencia de mercurio podría deberse a la presencia de lagos y ríos en un mapa a gran escala de China localizado en el propio mausoleo. Se dice que en su búsqueda por alcanzar la vida eterna, Qin Shi Huang se hacía beber una mezcla de este componente altamente tóxico mezclado con jade, ya que se pensaba de forma errónea que el mercurio poseía propiedades mágicas, considerado el elixir de la vida.

La preparación de este sospechoso brebaje por parte del alquimista y explorador Xu Fu resultó provocar el efecto contrario al que buscaba. Todo este ritual se cree que acabaría por restarle años de vida al afamado emperador, causándole una muerte prematura por envenenamiento a los 49 años de edad. Sin embargo, para el gran alivio de Qin Shi Huang, nadie ha osado todavía remover sus restos mortales. Por el momento.

Pero además existe otro sólido argumento para ser cautos. Una exploración del interior del mausoleo, aun con la tecnología del siglo XXI, podría dañarlo irremediablemente. Las crónicas antiguas del historiador Sima Qian afirmaban que dentro del recinto, existía una cúpula decorada con joyas y pinturas que simulaban las estrellas del firmamento. No en vano, el Ejército de Terracota y el complejo de tumbas de Qin Shi Huang fue declarado en 1987 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Es indudable el valor patrimonial e histórico que encierra uno de los tesoros mejor conservados de China. Aunque no todos salieron bien parados de este suceso único. Los campesinos que realizaron el descubrimiento fueron testigos de como les fueron usurpadas sus tierras para proseguir con las excavaciones y tener más espacio para la construcción de museos y tiendas de souvenir, condenados a la pobreza o al suicidio. De hecho, algunos de ellos ya habían tenido un mal presentimiento.

Por ahora, la decisión final sobre excavar o no la tumba de Qin Shi Huang recae sobre el gobierno chino. Visto todo lo anterior, quizás la mejor opción sea la de dejar reposar los restos del legendario emperador en el lugar donde han permanecido desde hace más de 2.000 años. Al menos, hasta estar completamente seguros de que no suponga ningún peligro para nosotros mismos ni para el propio Qin Shi Huang. Hasta entonces, los misterios que todavía se esconden en su tumba seguirán ocultos.

Colina bajo la que se encuentra la tumba del emperador Qin Shi Huang. Aaron Zhu, CC BY-SA 3.0

Bibliografía

Captivating History. La Historia de China.

Folch, D. (2023). «Qin shiguang di, el primer emperador de China». National Geographic. https://historia.nationalgeographic.com.es/a/qin-shiguang-di-el-primer-emperador-de-china_19330

Martínez-Juárez, P. (2023). «El verdadero motivo por el que los arqueólogos se resisten a abrir la tumba del primer emperador de China». https://www.xataka.com/magnet/verdadero-motivo-que-arqueologos-se-resisten-a-abrir-tumba-primer-emperador-china

P. E. (2023). «El porqué del miedo de los arqueólogos a entrar en la tumba del primer emperador de China». Elconfidencial. https://www.elconfidencial.com/cultura/2023-08-09/tumbas-explosivos-emperador-china_3715207/

Wood, M. (2023). Historia de China. Ático de los Libros.

Foto de portada de eldiario.es

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