Hace unos 4.000 años, en una tierra entre dos ríos —el Tigris y el Éufrates, lo que hoy es Irak— vivía un pueblo: el pueblo asirio. Al principio eran pastores, orfebres y comerciantes. Habitaban ciudades pequeñas como Assur y vivían rodeados de poderosos vecinos. Pero en vez de desaparecer, aprendieron, resistieron y, poco a poco, se convirtieron en uno de los imperios más formidables de toda la Antigüedad. La antigua ciudad de Assur fue fundada hacia el tercer milenio a.C. y fue la que dio nombre a todo un pueblo y a un imperio futuro. Los primeros asirios eran pueblos semitas que hablaba acadio, emparentados con Babilonia. Durante siglos Asiria existió como un pequeño reino de ciudades-estado. Los historiadores dividen la larga historia asiria en tres grandes periodos: el Imperio Antiguo, el Imperio Medio y el Imperio Neoasirio.
Por Javier Rubio Donzé