La entrevista de Hendaya el 23 de octubre de 1940 fue el cénit de las relaciones diplomáticas entre la España franquista y el III Reich alemán bajo el mando de Adolf Hitler. Pese a las amplias expectativas puestas en dicha reunión, todo acabó en un rotundo fracaso. Pero, ¿qué opinión tenía exactamente el führer sobre España y sus habitantes?
Entrevista de Hendaya
Tras vencer a Polonia, Dinamarca, Noruega, Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo y Francia, el III Reich alemán se había hecho con el control de buena parte de Europa. Sin embargo, la batalla de Inglaterra de 1940 parecía resistirse a los deseos expansionistas de Adolf Hitler. La euforia del caudillo español ante los iniciales éxitos alemanes pronto se transformó en cautela ante la feroz resistencia ejercida por los británicos.
Después de muchas deliberaciones e intercambio de pareceres entre las diplomacias española y alemana, finalmente quedó acordado un encuentro entre Franco y Hitler en la fronteriza estación de Hendaya en octubre de 1940. Durante esta reunión se decidiría la posible entrada de España en la guerra. Sin embargo, debido a la imposibilidad de llegar a un acuerdo fructífero por la actitud de ambos líderes, todo acabó en un fracaso absoluto.
Franco exigió como contrapartida a su participación bélica, la posesión de extensos territorios coloniales franceses como Marruecos, el Oranesado y parte del Camerún, algo a lo que Hitler no se podía comprometer sin entrar en conflicto con la Francia de Vichy bajo el mando de Pétain. Por otra parte, el caudillo español también apeló a la precaria situación española tras la desastrosa guerra civil que había devastado el país.
El führer se empezaba a impacientar cada vez más por la actitud huidiza de Franco, el cual no hacía más que poner excusas de forma repetitiva. Adolf Hitler quería la adhesión inmediata de España a las Potencias del Eje con el fin de llevar a cabo la Operación Félix y cerrar el estrecho de Gibraltar al comercio británico. No le cabía en la cabeza como aquel individuo bajito y algo regordete osaba dudar de sus incontestables victorias. Franco le aseguró que incluso ante una hipotética derrota británica a manos de Alemania (por otro lado bastante dudosa), la lucha contra la Royal Navy continuaría desde Canadá.
La frase con la que terminó Hitler la fallida reunión después de más de tres horas interminables dialogando sin llegar a buen puerto, fue de lo más contundente: «Con estos tipos no hay nada que hacer». Como también fue dilapidario lo que comentó a su aliado Benito Mussolini poco después de su desastroso y decepcionante encuentro con Franco: «antes que volver a pasar por eso, prefiero que me saquen tres o cuatro muelas». No volverían a reunirse nunca más, por suerte para el caudillo, ya que a pesar de su posición de no beligerancia, España no disponía de los medios suficientes para una firme adhesión al Eje.
«Vagos y moros«
Aquel encuentro tan estrepitoso para ambas partes marcó para siempre las impresiones que tenía el führer sobre el caudillo español. El líder alemán lo tachó de mediocre sin poder llegar jamás a la altura de su homólogo Benito Mussolini y de su movimiento fascista. Por si fuera poco, también le acusó de haber asumido todos los ‘amaneramientos’ propios de la realeza del siglo XIX, sobre todo cuando desfilaba acompañado de su pomposa Guardia Mora. No corrieron mucha mejor suerte los habitantes de España, según la opinión de Adolf Hitler. A sus círculos más íntimos, les solía hablar de los españoles como unos «vagos» con sangre de «moros» que rendían pleitesía a Isabel la Católica, reina a la que llegó a calificar sin ningún tapujo como «la mayor ramera de la Historia».
Leyenda Negra
Si había quedado clara la opinión de Hitler con respecto a Franco, más lo eran sus consideraciones hacia la Leyenda Negra española, la cual se encargó de acrecentar. Uno de sus muchos argumentos fue la supuesta masiva quema de brujas que tuvo lugar durante los tiempos de la Inquisición. La noche del 3 de febrero de 1942, les dijo a sus allegados que en la península ibérica habían sido condenadas a morir en la hoguera miles de mujeres inocentes, cuando curiosamente había sido en los territorios alemanes donde más se había ejercido esta práctica en toda Europa (más de 25.000 víctimas) al contrario que en España (unas pocas decenas). Según esta línea de pensamiento, Hitler aseguró que la Inquisición solo había traído mendicidad, crueldad e ignominia a la península.
El führer no conocía excesivos detalles en cuanto concernía a la historia de España, aunque sí poseía ciertos conocimientos básicos. Paradójicamente, atacó a los reinos cristianos que fueron desplazando a los musulmanes durante el proceso conocido como Reconquista. En contra de lo que pudiera pensarse y a pesar de sus pensamientos racistas, Hitler concibió al-Ándalus como la época más brillante, intelectual y feliz de todas cuantas habían existido en la península ibérica, que fue seguida por un período de persecuciones y atrocidades sin fin. Es este sentido donde cobró especial significado sus ataques contra Isabel la Católica, uno de los personajes históricos a los que Franco atribuyó su victoria en la Guerra civil (y no precisamente al führer, gracias a sus suministros bélicos).
Reproches a Franco
Hitler también se encargó de reprochar al caudillo español sus desagradecimientos en cuanto a la ayuda suministrada por el III Reich y la Italia fascista al bando sublevado durante la guerra civil:
«Franco y compañía pueden considerarse muy afortunados de haber recibido en su primera guerra civil la ayuda de la Italia fascista y de la Alemania nacionalsocialista. […] Una cosa es completamente segura. La gente habla de una intervención de los cielos que decidió la guerra a favor de Franco: quizá sea así; pero el resultado no lo decidió una intervención de la señora llamada Madre de Dios […] sino la intervención del general alemán Von Richthofen y de las bombas lanzas desde los cielos por sus escuadrones».
Adolf Hitler, 7 de julio de 1942
Pero las críticas no se quedaron ahí. De hecho, el 3 de septiembre de 1942 Hitler volvió a incidir en la importancia que tuvo el papel de la aviación alemana para conseguir el triunfo de Franco:
«Franco tiene que levantar un monumento a la gloria del Junker 52. A este avión es a quien tiene que agradecer su victoria la revolución española. Fue una suerte que nuestro avión pudiese volar directamente desde Stuttgart a España».
Adolf Hitler, 3 de septiembre de 1942
La División Azul
A pesar de todos los estereotipos asumidos por el führer, el líder del III Reich parece ser que sí profesó un cierto cariño a los combatientes de la División Azul. Este cuerpo de voluntarios civiles y de militares (también se encontraban represaliados) fue enviado a luchar al frente oriental contra la Unión Soviética tras el inicio de la Operación Barbarroja, el 22 de junio de 1941. El ministro de Asuntos Exteriores y cuñado de Franco, Ramón Serrano Suñer, se encargó de animar al reclutamiento mediante una encendida arenga:
«Camaradas: No es hora de discursos, pero sí de que la Falange dicte en estos momentos su sentencia condenatoria: ¡Rusia es culpable! ¡Culpable de nuestra Guerra Civil! (…) ¡El exterminio de Rusia es exigencia de la Historia y del porvenir de Europa!»
Fragmento del discurso de Ramón Serrano Suñer, 24 de junio de 1941
En una conversación privada fechada el 4 de febrero de 1942, Hitler describió despectivamente al destacamento español como una ‘banda de andrajosos‘, quejándose de la seria falta de disciplina e higiene en sus filas, debido en parte a su carácter latino. No obstante, a pesar de estas reticencias, el führer también expresó palabras de elogio hacia la División Azul haciendo hincapié en su coraje demostrado en la lucha contra los soviéticos:
«Los españoles no han cedido nunca una pulgada de terreno. No tengo idea de seres más impávidos. Apenas se protegen. Desafían a la muerte. Lo que sé es que los nuestros están siempre contentos de tener a los españoles como vecinos de sector»
Adolf Hitler, refiriéndose a la División Azul
Todavía habría más agradecimientos para este contingente destacando su valentía en los campos de batalla y dureza ante las privaciones. Sin embargo, también criticó aparte de la indisciplina antes mencionada, las diferencias de trato entre la tropa y los oficiales, quienes vivían a cuerpo de rey. Pese a ello, Hitler incluso llegó a señalar que condecoraría al general Muñoz Grandes con la Cruz de Hierro por sus brillantes actuaciones en el frente oriental en cuanto tuviese la oportunidad.
Tal y como queda recogido en el libro Las conversaciones privadas de Hitler del autor británico Hugh Trevor-Roper, no existieron demasiadas ocasiones en las que el führer alabara la conducta y la sociedad españolas. Por lo general, consideraba a la raza aria germana por encima de cualquier otra incluyendo también a los pueblos del Mediterráneo. Sin embargo, el 5 de septiembre de 1942, Adolf Hitler se mostró algo más amable con respecto a España:
«No conozco a un solo alemán que opine de distinta manera. Uno de nuestros primeros jefes regionales de Hannover regresaba de España. No tenía otro deseo que volver allí de nuevo. Jamás he encontrado a nadie que no sienta admiración por los españoles»
Adolf Hitler, en alusión al pueblo español
Bibliografía:
Fernández, S. L. (2015). Franco y el III Reich. La esfera de los libros, S.L.
Galán, E. J (2020). La tentación del caudillo. Editorial Planeta, Barcelona.
Togores, E. L. (2020). Franco frente a Hitler. La esfera de los libros, S.L.
Trevor-Roper, H. (2004). Las conversaciones privadas de Hitler. Editorial Crítica.
Villatoro, M. P (2018). ‘La opinión de Hitler sobre los españoles: «moros y vagos» que adoran a una reina «ramera»’. ABC Historia. https://www.abc.es/historia/abci-opinion-hitler-sobre-espanoles-moros-y-vagos-adoran-reina-ramera-201807162322_noticia.html
Villatoro, M. P (2018). ‘La verdadera opinión de Hitler sobre Franco: un líder manipulable y con «amaneramientos»’. ABC Historia. https://www.abc.es/historia/abci-verdadera-opinion-hitler-sobre-franco-lider-manipulable-y-amaneramientos-201808140233_noticia.html