¿Por qué nos reímos? Un análisis filosófico de la risa

Es frecuente que en el ámbito de la estética uno se pregunte acerca de por qué el humor es un tema de tan poco recorrido académico, o mejor dicho, por qué no ha suscitado el suficiente interés dentro de la filosofía. A fin de cuentas, el humor es una experiencia vital cotidiana que nos propone interpretar la vida de otra manera mediante el uso de la imaginación. Por ello, es pertinente que abordemos el estudio del filósofo Henri Bergson, el cual estableció una de las teorías más consistentes sobre el fenómeno de la comicidad, a fin de comprender así porqué y cómo se da esta experiencia estética.

La risa es un elemento indispensable en nuestras vidas. Ilustración de Cameron Stewart

¿Qué es la risa?

La risa es un fenómeno extraño, no solo por la mera reacción fisiológica que no parece darse en otras especies animales, sino también por las causas que inducen ese fenómeno. La pregunta filosófica que nos ocupa es: ¿Qué es lo gracioso? Y no solamente hay que preguntarse por lo que es gracioso, sino también si hay legitimidad moral en que algo sea gracioso, ya que al parecer la risa siempre ha tenido un cariz subversivo, y a su vez ha sido víctima de un reproche inconsciente, que probablemente haya sido el de “no tomar en serio algo”. Platón creía que no era conveniente fomentar la risa en los jóvenes, precisamente porque eso era indicio de una falta de seriedad, la seriedad que debe corresponder al ánimo. Las premisas que nos ofrece Bergson para entender la comicidad son en esencia dos, al menos en el primer modo de la comicidad. Estas son la indiferencia moral y la reciprocidad social. Parece ser que la risa es un tipo de antítesis de la moralidad, ya que para motivar la carcajada se requiere que apaguemos los sobresaltos de la ética o los mecanizados deberes morales cuando estamos ante una situación ridícula. Por ello, el humor es siempre fuente inagotable de conflictos, porque no todo el mundo es capaz de poner a dormir por un rato la alerta emocional.

Respecto a esto, la comedia debemos entenderla como un espacio de juego, en el que se simula la ausencia de moralidad. Situaciones que en un contexto de normalidad podrían suscitar reacciones empáticas de pronto tornan en una caricatura. Por ello, al hablar de comedia tenemos que hablar de un “modo juego”. Banalizar una circunstancia penosa o un defecto se antoja necesario para poder reír. Para ser más precisos, es en este espacio de juego donde se llevan a cabo las bromas como formas particulares de humor. Bromear es perseverar en la exaltación de lo anormal. Como es evidente, no es un proceso arbitrario el hecho de decir que ahora vamos a banalizar la importancia de una situación para empezar a reír, sino que la situación o escena que presenciamos nos tiene que ofrecer un cierto rasgo que nos indique que ahora sí es el momento para el humor, para entrar en ese juego. Ese rasgo es lo hilarante, lo grotesco, lo raro. Eso es lo que experimentamos cuando vemos que nuestras expectativas acerca del carácter de una persona son desafiadas por lo exagerado.

El humor: Freud vs Bergson

En Freud la explicación del humor también puede asociarse a un modo de juego, en tanto que el «yo» vulnera la importancia de la realidad, rechaza las exigencias que esta trata de imponer, y por eso es por lo que desde una perspectiva psicosocial siempre ha parecido peligroso. Esto es debido a que el individuo ha sido capaz de silenciar la pesada carga afectiva que le corresponde como ser humano, y el hecho de superponer el placer a la realidad es lo que según Freud haría alguien que padece una psicopatología. Aquel que niega la realidad no está cuerdo. Sin embargo, el humor hay que entenderlo como un desplazamiento psíquico temporal. Ahí podemos fundamentar según el psicoanálisis la razón por la cual la risa es sinónimo de placer, básicamente porque podemos jugar y divertirnos de la misma manera en que lo hacen los niños, a saber, utilizando esa capacidad infravalorada en la filosofía y en general, que es la imaginación, yendo y volviendo de lo serio a lo no-serio. La imaginación, como capacidad de proyección y alteración de la realidad se postula como el acto de rebeldía ante las convenciones.

Sigmund Freud

Sin embargo, en Bergson las motivaciones de la actitud humorística tienen otro enfoque. Él habla de la rigidez que se antepone a la fluidez que uno esperaría sobre un carácter o una situación concreta. Podríamos decir que la intervención de la extravagancia inofensiva en la cotidianidad nos abre el espacio del humor. Esa es la peculiaridad que tiene la comedia en contraposición al drama, puesto que éste no permite hacer una distinción tan clara entre lo real y lo ficticio, y por ello es que nuestras emociones no permiten la desconexión. No es así en el caso de la comedia, ya que el reconocimiento de lo absurdo nos da la posibilidad de abandonar momentáneamente la sensibilidad. Cuando vemos un aspaviento ridículo o una circunstancia hilarante la identificamos como un juego ya que las personas involucradas en la escena ocultan su esencia de humanidad mostrándose como marionetas que sobreactúan involuntariamente.

Henri Bergson

Esto es particularmente interesante porque hay que traer a colación la otra premisa, la de la reciprocidad social. La risa siempre busca aliados, acontece cuando se puede compartir, cuando indirectamente podemos preguntar a otro testigo si ha visto lo que ha visto, si ha percibido esa falla en el sistema. Reír es un acto eminentemente social para Bergson, y es así porque lo social no es otra cosa que una expectativa vital más o menos uniforme. El asunto es que nosotros como seres humanos tenemos una consideración de nosotros mismos muy elevada, dando por descontado que la razón que opera en nosotros mantiene a raya toda interferencia material. Es por eso por lo que uno de los motivos cómicos más recurrentes es cuando dicha materialidad o animalidad vence a un individuo por un instante. A ese individuo concreto le habría fallado la compostura, y ahí está la sociedad para recordárselo. La sociedad siempre cosifica aquello que rompe sus esquemas.

“Podemos, pues, admitir que, por lo general, son los defectos de los otros los que nos hacen reír-aunque haya que añadir, es cierto, que esos defectos nos hacen reír en razón de su insociabilidad más que de su inmoralidad.”[1]

Henri Bergson

Bergson identifica formas en las que uno aprehende algo como gracioso. Es decir, la identificación de los automatismos colándose ahí donde hay elasticidad tienen muchas formas de manifestarse y eso es lo que nos va a mostrar aquí el filósofo. Hemos dicho anteriormente que la comicidad es jugar, poner en paréntesis a la vida, pero hay muchas formas de manejar esos hilos que atan a la realidad y que nos hacen traer lo estético al mundo, en la medida en que lo imitamos, burlamos, y tratamos como un objeto de contemplación artística. Al final, el proceso de aprehensión de lo cómico es una extracción esencial de las cosas, creando así lo que se conoce como tipos o estereotipos, y que es a su vez lo que se parodia. Pero volviendo a las formas en que se manifiesta la comedia, nos encontramos con la repetición como un motivo cómico recurrente. Cuando uno maneja unos cordeles y en definitiva controla algo, simplemente quiere probar cómo se dan las cosas de un extremo a otro. Es por eso por lo que repetir es algo divertido, como una exhibición del mecanismo que controlamos.   

La comedia teatral se caracteriza por evocar la risa y tener un final feliz. Fuente: concepto.de

El humor como elemento ingenioso e irónico                                                                           

Desde un primer momento hemos dicho que la comedia era un espacio que se nos abría cuando una pequeña señal se mostraba, un código, un automatismo que nos indicaba cuándo era el momento de apagar la seriedad. No obstante, no siempre ese elemento está tan claro, puesto que lo cómico también tiene su versión refinada, que es cuando entra en juego el ingenio. La capacidad ingeniosa básicamente consiste en introducir de tapadillo lo cómico, de manera que oscile entre lo serio y la broma. Por ello es común que muchas personas tarden un poco más en captar el tono real de lo que se ha dicho. Este tipo de comicidad atañe específicamente al uso del lenguaje, en el cual también pueden percibirse incongruencias que resulten graciosas.

“Se obtendrá una frase cómica insertando una idea absurda en un molde de frase consagrado.”[2]

Henri Bergson

Utilizar los estereotipos del lenguaje para transmitir algo estúpido que induzca contradicción es sin duda algo inteligente que demuestra un cierto dominio del lenguaje que se utiliza. Una forma específica del ingenio es la ironía. La ironía encaja perfectamente con el modo en que venimos definiendo la comedia, pues es la vacilación constante entre la realidad y la figuración sobre cómo tendría que ser la realidad. Por ejemplo una madre que le dice a un hijo que no estudia “¿No te cansas de estudiar?” sería un ejemplo claro de ironía. Ironizar tiene que ver con el engaño, pues se trata de proyectar una intención en el mensaje expresando un contrario evidente. Se trata en definitiva de un juego entre opuestos muy interesante.

Sin embargo hay aspectos a discutir sobre esta visión y en concreto una que nos surge es acerca de la supuesta referencia necesaria a la humanidad para que se dé la risa. Muchas veces nos resultan graciosos ciertos comportamientos de los animales, como un gato que arroja objetos en una mesa o un caballo dando coces. Probablemente los elementos cómicos que ahí se reflejan son los mismos que define Bergson, lo inesperado, lo absurdo. Eso hace que me plantee que quizá no es necesaria la referencia a la humanidad para que pueda acontecer la risa, sino que quizá el límite estaría en la animalidad, ya que como he dicho los animales también son susceptibles de defectos como la torpeza o la extravagancia en algunos casos.

A veces nos pueden resultar graciosos algunos comportamientos absurdos. Ilustración de Keru Art

En Bergson hemos visto que al final el motivo humorístico es aquello a lo cual incitamos a una corrección mediante nuestra risa, es decir, que lo risible es lo equivocado con respecto a algo correcto, lo absurdo con respecto a lo que tiene sentido, pero es algo que también puede parecer discutible. El humor plenamente absurdo existe, y éste se caracteriza por no ser contextual, por no remitir a otro ejemplo comparativo. No obstante no es algo que se le pueda reprochar a Bergson puesto que este tipo de humor ha surgido recientemente con el auge de los memes y las posibilidades que ofrece la edición digital.

Bibliografía

Bergson, Henri (1900). La risa: Ensayo sobre la significación de lo cómico. Alianza Editorial, Madrid, 2016.


[1]     Bergson, Henri. Ibidem, p.127

[2]     Bergson, Henri. Ibidem, p.110

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