El día 12 de octubre, día que Cristóbal Colón puso un pie en el Nuevo Mundo, se celebra la Fiesta nacional de España. Es el día nacional oficial. No obstante, no se celebra una mera cuestión regional, sino el recuerdo del encuentro entre dos mundos diferentes, por ello es un día Universal. No solo es un día de celebración en España, sino también en América. A partir del 12 de Octubre de 1492 se transformó la configuración social y política del mundo para siempre.
Actualmente, existe una férrea oposición ideológica expresada principalmente con la rotunda sentencia “nada que celebrar” referida al 12 de octubre. Son frecuentes las citas de Eduardo Galeano para conferir una pátina literaria al mensaje hispanófobo que hunde sus raíces en la llamada «Leyenda Negra española». También es habitual encontrarse con el término “genocidio” para calificar la relación de España con América. La difusión de esta perspectiva es tan ruidosa y se expone con tanta vehemencia, que da la falsa impresión de que se ha convertido en una opinión mayoritaria. Ahora bien, ¿es acertada esta percepción? ¿Se corresponde con la realidad imperial española? ¿Hubo un expolio y una destrucción de los indígenas? O ¿hubo un mestizaje y una «acción civilizadora» digna de celebración?
Origen
En Estados Unidos en 1892 se celebró el cuarto centenario del descubrimiento. El gobierno español de Cánovas del Castillo quiso imitar la idea, pero no tuvo demasiada acogida.
Entrados en el siglo XX se empieza a mirar con nostalgia ese pasado común entre España y sus antiguos virreinatos americanos. A algunos escritores como José Enrique Rodó (uruguayo) o Rubén Darío (nicaragüense) les preocupaba el expansionismo imperialista que representaba Washington, y se sintieron más cómodos abrazando la cultura y el bagaje que les unía con España, antiguo enemigo. Rodó hablaba del «sacro sentimiento de la raza que unía a los españoles y a los hispanoamericanos». En 1913 un exministro español, Faustino Rodríguez-San Pedro, como presidente de la Unión Ibero-Americana establece definitivamente el Día de la Raza. La idea, que nace con un fin político, era conmemorar los lazos que unen a España con Iberoamérica, eligiendo para ello el día que Colón llegó a la costa de una isla del Caribe.
«¡Mientras el mundo aliente, mientras la esfera gire, mientras la onda cordial alimente un ensueño, mientras haya una viva pasión, un noble empeño, un buscado imposible, una imposible hazaña, una América oculta que hallar, vivirá España!»
Rubén Darío, poeta nicaragüense, 1867-1916. «Al rey Óscar». Fragmento.
El nombre Día de la Hispanidad – y el mismo vocablo hispanidad– se lo propuso Zacarías de Vizcarra (un sacerdote español residente en Buenos Aires) al periodista Ramiro de Maeztu (por entonces embajador de España en Buenos Aires) a finales de los años 20, ya que consideraba «poco feliz y algo impropio» la denominación Día de la Raza. El escritor Miguel de Unamuno ya había mencionado el término hispanidad unos años antes. Pero fue, sin duda, Ramiro de Maeztu el gran promotor de esta denominación durante la Segunda República, que quedó reflejada en su obra Defensa de la Hispanidad (1934). El nuevo nombre fue poco a poco reemplazando al antiguo en España, no así en América, hasta que el 10 de enero de 1958 es oficializado por decreto de la Presidencia del Gobierno.
«Pensamos con palabras, esto es evidente; no pensamos en álgebra, con fórmulas. Pero creo aún más, y es que con palabras también sentimos. Una lengua Ileva consigo, no ya una manera especial de concebir la realidad, sino hasta una manera de sentirla.»
Miguel de Unamuno
En la España democrática se volvió a revisar el término y en 1987, gobernando Felipe González, el término «Hispanidad» se acaba desechando. El 12 de octubre pasa a ser la «Fiesta Nacional de España«. Lo de la fiesta nacional no era nuevo. Cinco años antes en 1982 el BOE refrendó ese día como «Fiesta Nacional de España y Día de la Hispanidad».
En América el Día de la Raza o el Día de la Hispanidad también ha cambiado la denominación. En el siglo XXI algunos políticos, con una clara agenda ideológica, atendieron la petición de cambiar el nombre, debido a algunas voces críticas (muy minoritarias) que fueron surgiendo. Por solicitud de asociaciones indigenistas Hugo Chávez en el año 2002 decreta el «Día de la resistencia indígena». En 2010 Cristina Fernández de Kirchner mediante un decreto de urgencia y necesidad cambia el nombre a «Día del Respeto a la Diversidad Cultural». Evo Morales decreta en el 2011 el «Día de la Descolonización», después de haberse llamado «Día de la Liberación, de la Identidad y de la Interculturalidad».
El mismo proceder han visto otros países hispanoamericanos. Lo que en un principio se ideó como una celebración de unión para acercar lazos comunes, se ha convertido en un arma de odio, xenofobia y desunión.
«Por eso es necesario estrechar cada vez más los lazos de hermandad y colaboración entre los grupos más selectos de la Hispanidad Católica, prescindiendo de razas y colores mudables, para afianzar más las esencias inmutables del espíritu hispánico.»
Zacarías de Vizcarra
España, la primera globalización
Un nuevo documental estrenado en 2021 y dirigido por José Luis López-Linares explora el origen de la Hispanidad y combate las mentiras históricas de la conquista, la Inquisición y otros tópicos de esa Leyenda Negra asociada a España. En el documental han participado prestigiosos historiadores de los dos lados del Atlántico: Carmen Iglesias (presidenta de la Real Academia de la Historia), Luis Ribot, Miguel Ángel Ladero Quesada, Jaime Contreras, Nigel Townson, Adelaida Segarra, Ricardo García Cárcel, Martín Ríos Saloma, María Elvira Roca Barea, Luo Huiling, Manuel Gómez Lara, Fernando García de Cortázar, Marcelo Gullo, Stanley Payne, Carlos Martínez Shaw, Gijs Van der Ham, Pedro Insua, Marcelo Gullo…
«La historia del mundo no se puede explicar sin la historia de España.»
Carmen Iglesias Cano
El director desea que esta película documental «sea un toque de clarín para que los españoles vean que no tenemos que avergonzarnos de nada en relación con la historia de España, una historia que ha sido enterrada bajo una montaña de propaganda, mentiras y medias verdades que nos hace crecer de alguna manera acomplejados.» Javier Rubio Donzé, cofundador de Academia Play, tuvo la suerte de acudir al preestreno de la película el día 2 de octubre en el madrileño Cine Capitol y comentó que «estamos ante el espaldarazo definitivo y necesario, en este caso por parte de la Academia, hacia las diferentes tesis que abordan la historia de la Leyenda Negra persiguiendo hacer justicia con el pasado de España».
España contra sus fantasmas
La fundamental obra de Pedro Insua 1492: España contra sus fantasmas, sin duda una de las publicaciones recientes más relevantes que tratan la cuestión, aborda directamente y sin tibiezas el asunto de la efeméride en relación con los eventos que conmemora, en su texto final “Elegía mestiza, España ante moriscos, judíos e indios” a modo de suculento epílogo. 1492 fue un año de grandes acontecimientos. Fue determinante para el posterior desarrollo del imperio español. El 2 de enero concluyó la toma de Granada. A pesar de que su impacto inmediato fue mayor, la importancia histórica de la conquista de América se revela como superior debido al carácter universal del dominio imperial. Con la toma de Granada se cierra el proceso «reconquistador» en la península, pero con el descubrimiento de América (que en el momento de la llegada de Colón todavía no era tal) se abre el alcance global del imperio en su expansión atlántica.
En algunas páginas anteriores al epílogo, Pedro Insua (2018, p. 135) aclara con gran acierto que “hoy día, como es sabido, existe una poderosa corriente imperofóbica (llamada así por María Elvira Roca Barea) que surge ya a principios del siglo XVI con el auge del Imperio español y habla de la acción depredadora, asesina y rapaz de España sobre el orbe americano, corriente aún muy instalada, no ya en un ámbito popular, sino en la historiografía academicista”. A esto hay que añadir que “cualquier política imperial ha sido vista invariablemente por el imperialismo rival como imperialismo depredador, y no se puede resolver el asunto en este terreno de la pugna ideológica (intencional) sino, más bien, por la vía de los hechos, esto es, por la política resultante efectiva ex post facto de la acción imperial” (ibíd. p. 134). La idea de imperio y las categorías filosóficas (dialécticas, nunca maniqueas) de imperios generadores e imperios depredadores que Gustavo Bueno ofreció son fundamentales para aclarar la cuestión.
Leyes de Indias
La evidencia histórica no se orienta hacia el genocidio o el racismo. Es más, la legislación se esforzó por asegurar la condición libre del indio como humano y garantizar su protección. María Elvira Roca Barea exclama “las únicas leyes de protección de las poblaciones indígenas que ha habido en América son las leyes que los españoles escribieron. Las poblaciones indígenas de América se quedaron sin protección legal cuando el Imperio se desmembró”. Además, lo que los hechos muestran de forma incuestionable es el mestizaje observable en la demografía de la América hispana. Y esto no es una cuestión accidental, sino un efecto claro de la acción del Imperio español. La expansión imperial fue de carácter incluyente, no destructor de las culturas. Lo que se dio fue un proceso de mestizaje y evangelización, y no de exterminio y diferenciación radical.
La justicia en las Indias se aplicaba de la misma manera que en la vieja península ibérica. Pero lo más relevante residía en el trabajo del indio. Ese era el sustento material del régimen de las encomiendas en el que a su vez se apoyaba el modelo productivo. Este punto pone de manifiesto el interés por la conservación de su vida. Los abusos existieron, pero se denunciaron y se pusieron en marcha mecanismos para corregirlos. La producción legislativa se dispuso a proteger a los indígenas y los tomaba como hombres sujetos de derecho. Las leyes de Indias protegieron al nativo y crearon un espacio desde el cual se podía realizar una denuncia efectiva de las injusticias y los malos tratos. Las acciones de los funcionarios públicos de la Corona española eran escrupulosamente vigiladas. Se escuchaban todos los cargos que hubiese en contra de estos (Juicios de Residencia). El propósito y la norma, literal y materialmente, era la integración, evangelización y protección de los nativos. No se puede decir lo mismo de otros imperios.
La viruela
Ahora bien, otro dato innegable fue la reducción de la población indígena. Sin embargo, esto puede llevar a confusiones, puesto que no solo se debió al carácter depredador de la acción imperial (muertes por guerras de conquista, trabajos forzados, etc.). El factor principal de la merma poblacional de la población indígena implicó el contacto con agentes patógenos que portaban los europeos para de los que no estaban preparados. Enfermedades como la viruela generaron graves daños y provocaron multitud de muertes. Esta cuestión preocupó enormemente a las autoridades peninsulares. Prueba de ello, es que ya en 1803 una expedición dirigida por Francisco Javier Balmis, tuvo como propósito hacer llegar la vacuna contra la viruela (descubierta en 1796 por el inglés Edward Jenner) a todos los rincones del Imperio español. Se la considera la primera expedición médica internacional.
«Porque, a diferencia de lo que sucedía en las posesiones de ultramar de Inglaterra u Holanda, donde siempre se mantuvo la diferencia entre colonos y nativos, el contacto y la mezcla fueron la costumbre, la norma no escrita de los españoles en el Nuevo Mundo.»
Fernando García de Cortázar
Mestizaje
Otro motivo del descenso del número de indígenas lo encontramos en el propio mestizaje. Los mestizos, descendientes de la mezcla de españoles e indígenas, eran algo distinto de sus progenitores. Hubo una transformación más que una desaparición y una integración institucional de pleno derecho más que una exclusión explotadora. Es un error hablar de aniquilación y un fraude si se lo califica de racial. La comparación (tantas veces escuchada) con el exterminio nazi de los judíos es simplemente absurda, fruto de una ideología irracional. En ningún momento se puede hablar de genocidio. La RAE define genocidio como la eliminación sistemática de un grupo humano por motivos de raza, etnia, religión, política o nacionalidad. Esto jamás ocurrió en América tras la conquista española. Es un disparate afirmarlo. Los nativos americanos serían considerados súbditos de la corona. Cuando los reyes católicos recibieron a Cristóbal Colón tras su primer viaje, éste trajo consigo varios nativos americanos. Su intención era que aprendiesen la lengua y esclavizarlos. La reina Isabel acabaría poniéndolos en libertad. En 1503 se autorizó la traída de indios a Castilla siempre que esta acción fuese voluntaria y sin coacción. Fernando el Católico en 1514 dio validez, mediante Real Cédula, a los matrimonios entre españoles e indígenas. En muchos estados de los Estados Unidos el matrimonio interracial no fue legal hasta 1967.
«La Hispanidad creó la Historia Universal, y no hay obra en el mundo, fuera del Cristianismo, comparable a la suya»
Ramiro de Maeztu
«Nos impusieron una religión y una lengua»
Una verdad a medias y una mentira. La evangelización, sin ser un proceso homogéneo, fue el motor de la conquista. En algunas zonas, las conversiones fueron masivas, pues hubo pueblos precolombinos a los que no les supuso demasiado esfuerzo abrazar la fe cristiana. En cuanto a la lengua, no es corriente que sean los conquistadores quienes procuren conocer la lengua de los conquistados. Pero así fue, los clérigos españoles se dieron cuenta de que era más fácil la evangelización si se les hablaba a los nativos en la lengua que les era propia. Esto ha permitido que conozcamos muchas de estas lenguas precolombinas, pues se elaboraron gramáticas que han permitido su estudio y conservación. Antes de que en Francia se publicara, la primera gramática de la lengua francesa, o en Inglaterra la inglesa, los misioneros españoles ya habían compuesto en México las gramáticas de las lenguas totonaca (1547) y náhuatl (1547). Más tarde llegarían más: purépecha (1558), quechua (1560), mapundungun (1606), el atlentiac (1607), el aymara (1612), el mochica (1644), el maya (1684) o el chiapaneca (1690). La lengua española ni se impuso ni se usó como arma política durante la conquista. Cuando de verdad se impone la lengua española, nuestra lengua común, en el continente americano fue después de la creación de las distintas repúblicas tras conseguir su independencia.
«El legislador español es muy respetuoso con sus lenguas y costumbres, aunque no se reconoce o no se ha explicado bien. Los reyes, desde Isabel y Fernando, instruyen a colonizadores, conquistadores y gobernadores para que enseñen castellano y las costumbres de Castilla y, sobre todo, el evangelio, pero no imponen ni obligan por la fuerza, al contrario, indican que sean respetuosos, amorosos y cuidadosos con los indios, pero América está a más de 10.000 kilómetros y sus buenas intenciones no siempre se aplicaron con rigor».
«Son las repúblicas independientes las que han hecho el trabajo fundamental de consolidar y extender el español, en perjuicio de las lenguas indígenas».
Santiago Muñoz Machado
España, modelo imperial, no colonial.
Aclaradas algunas cuestiones, sin duda la historia de la conquista tuvo sus luces y sombras. Las sombras suelen ser deformadas, en mayor grado que las luces. ¿Depredación? Sí, pero el objetivo de la corona española no fue el de establecer en el continente americano meras factorías para extraer recursos al modo portugués. El objetivo principal fue implantar en aquellas tierras todo el bagaje cultural, religioso y tecnológico (ganadería, agricultura, música, idioma, urbanismo, arte, industria, tecnología, costumbres, fiestas…) El mestizaje no fue solo biológico, sino también cultural, en definitiva un enriquecedor trasvase cultural de ida y vuelta. Europa y América se transformarían para siempre. Javier Santamarta, autor de Fake News del Imperio español esgrime con razón que el imperio español «tenía la idea de ser España allá donde fuera, y por tanto, de establecer instituciones y de considerar las nuevas tierras como parte de ella y no sólo como dominios de sus reyes».
¿Modelo colonial? En este punto hay que hacer una diferencia entre el modelo imperial y el modelo colonia-metrópoli. El argentino Ricardo Levene abordó este tema en profundidad. En los años 50 del siglo pasado la Real Academia de la Historia de Argentina aprobó a intancias de Levene, autor de Las Indias no eran colonias, de reemplazar la denominación de “período colonial” por la de “período hispánico”. Levene nos recuerda que en la literatura de los siglos XVI y XVII se habla siempre de Reinos, Provincias, Territorios, y, posteriormente, de Virreinatos, incorporados de pleno derecho a España, y cuyos súbditos poseían un estatuto idéntico al de los peninsulares.
¿Todo que celebrar?
La doctora en Historia María Saavedra en una entrevista concedida a Academia Play expresó, como respuesta a otra pregunta (sobre la celebración de los bicentenarios que conmemoran el nacimiento de las naciones hispanoamericanas), pero que también valdría para la fecha del 12 de Octubre, lo siguiente:
«Otro extremo igualmente erróneo es el que cometen aquellos que consideran que no hay nada que celebrar, que incluso siguen hablando de “pueblos traidores”, sin tender puentes hacia lo que deben ser nuestras naciones hermanas. En resumen, se debería evitar “hacer sangre” de unos aniversarios, y procurar aprovechar la oportunidad para seguir avanzando en el análisis histórico de aquella época, a la vez que se consolidan todos aquellos aspectos que nos unen, que son muchos.»
Parece pues, más sensato en el Día de la Hispanidad, tender puentes entre naciones hermanas con un pasado común, que tratar de fomentar la desunión, siempre sin caer en una ridícula exaltación patriotera próxima a la Leyenda Rosa, pero tampoco en un revisionismo deformador perpetuando manidos e injustos tópicos (españoles violentos, fanáticos, genocidas, codiciosos, tiranos…)
Porque como hemos tratado de destacar en este artículo, no todo fueron sombras. Y nadie mejor (y menos sospechoso) que un historiador estadounidense, Charles F. Lummis, para divulgar las luces de esa presencia española en América. Lummis escribió estas palabras a finales del siglo XIX:
«No solamente fueron los españoles los primeros conquistadores del Nuevo Mundo y sus primeros colonizadores, sino también sus primeros civilizadores. Ellos construyeron las primeras ciudades, abrieron las primeras iglesias, escuelas y universidades; montaron las primeras imprentas y publicaron los primeros libros; escribieron los primeros diccionarios, historias y geografías, y trajeron los primeros misioneros; y antes de que en Nueva Inglaterra hubiese un verdadero periódico, ya ellos habían hecho un ensayo en Méjico, ¡y en el siglo XVII!
Una de las cosas más asombrosas de los exploradores españoles—casi tan notable como la misma exploración— es el espíritu humanitario y progresivo que desde el principio hasta el fin caracterizó sus instituciones. Algunas historias que han perdurado pintan a esa heroica nación como cruel para los indios; pero la verdad es que la conducta de España en este particular debiera avergonzarnos. La legislación española referente a los indios de todas partes era incomparablemente más extensa, más comprensiva, más sistemática y más humanitaria que la de la Gran Bretaña, la de las colonias y la de los Estados Unidos todas juntas. Aquellos primeros maestros enseñaron la lengua española y la religión cristiana a mil indígenas por cada uno de los que nosotros aleccionamos en idioma y religión. Ha habido en América escuelas españolas para indios desde el año 1524. Allá por 1575 —casi un siglo antes de que hubiese una imprenta en la América inglesa— se habían impreso en la ciudad de Méjico muchos libros en doce diferentes dialectos indios, siendo así que en nuestra historia sólo podemos presentar la Biblia india de John Eliot; y tres universidades españolas tenían casi un siglo de existencia cuando se fundó la de Harvard. Sorprende por el número la proporción de hombres educados en colegios que había entre los exploradores; la inteligencia y el heroísmo corrían parejas en los comienzos de la colonización del Nuevo Mundo.»
Bibliografía
Maeztu, R. (1934). Defensa de la Hispanidad.
García Cortázar, F. (2020). Y cuando digo España: Todo lo que hay que saber. Arzalia Ediciones.
Gullo Omodeo, M. (2021). Madre Patria. Espasa.
Santamarta, J. (2021) Fake news del Imperio español: Embustes y patrañas negrolegendarias. Esfera de los Libros.
Bueno, G. (1999). España frente a Europa. Barcelona: Alba.
Insua, P. (2018). 1492: España contra sus fantasmas. España: Ariel.
Roca Barea, M. E. (2018). Imperio fobia y leyenda negra. España: Siruela.
Vélez, I. (2014). Sobre la Leyenda Negra. Madrid: Ediciones Encuentro.
Cardelús, B. (2018). La civilización hispánica. Madrid: Ed. Edaf.
Lummis, Charles (1893). The Spanish Pioneers. McClurg Chicago.
Muñoz Machado, S. (2017) Hablamos la misma lengua. Historia política del español en América, desde la Conquista a las Independencias. Ed. Crítica.