Desde que Recep Erdogan fue electo alcalde de Estambul, fue enemigo de Occidente y promotor del regreso a una política imperial, basada en el Imperio otomano. Este líder estuvo inoculando un odio hacia Occidente en la sociedad turca, pero particularmente en un antiamericanismo. Para ello, se aprovechó de la superioridad numérica de los islámicos en las zonas rurales y más atrasadas de Turquía.
Recep Erdogan, un líder controvertido para Occidente
La tarea de adoctrinamiento de Erdogan consistía en islamizar, gradualmente, a la sociedad secular de Turquía. Según la opinión de algunos expertos, la pregunta que deberían hacerse los lideres occidentales es, qué sentido tiene que Turquía sea miembro integrante de la OTAN, teniendo en cuenta la deriva de los últimos acontecimientos.
En 2013 Recep Erdogan fue nombrado «socio de diálogo» por la Organización de Cooperación de Shanghái –China, Rusia, Kazajistán, Tayikistán y Uzbekistán–. Turquía proclamó compartir «el mismo destino» que los miembros de esa organización creada en 2001 como bloque de seguridad regional. Ya en 2016, dejó en claro que no necesitaba unirse a la Unión Europea a toda costa, y que podría integrarse a un bloque integrado por China, Rusia y los países de Asia Central.
Desde 2002, Erdogan estuvo avivando el sentimiento antioccidental, sobre todo antiamericano. Tras la invasión rusa a Ucrania, según la encuestadora German Marshall Fund of the US (GMFUS), el 84% de los turcos quieren que su país haga las veces de mediador o permanezca neutral, cifra diez veces superior a la de quienes desean que Turquía sólo apoye a Ucrania. En otras palabras: el 84% de los turcos no apoya a Ucrania en el conflicto.
Según MetroPoll, en una encuesta de marzo, solo el 49,3% de los turcos cree que su país debería ser miembro de la Unión Europea. A principios del siglo XXI ese porcentaje era del 80%. Según la misma encuesta, el 48% de los turcos cree que Estados Unidos y la OTAN son responsables de la situación en Ucrania. Y los turcos creen que Rusia es su tercer socio más importante.
De acuerdo a GMUF, casi 6 de cada 10 turcos (un 58,3%) ven en Estados Unidos la mayor amenaza para su país, frente a un 31% que dijo lo mismo de Rusia y un 29% de Israel. Mientras tanto, Erdogan continúa coqueteando con sus socios de Occidente, Israel incluido. Aunque tampoco oculta sus sentimientos con respecto a Occidente, pues al inaugurar una madraza (escuela coránica) se refirió a «estos días en que la cultura y el estilo de vida occidentales han invadido el mundo entero».
Turquía frente a Rusia
El 25 de febrero de 2022, Turquía se abstuvo de votar la suspensión de la pertenencia de Rusia a la mayoría de los órganos del Consejo de Europa por su invasión militar a Ucrania. «Durante la votación celebrada en Estrasburgo, Turquía decidió abstenerse», dijo el canciller Cavusoglu. «No queremos romper el diálogo con Rusia».
En un artículo publicado en el The Wall Street Journal, Paul Kolbe sugirió que «Turquía debería mandar a Ucrania el sistema de defensa ruso S-400». No obstante, Ankara rechazó la idea de enviar los misiles S-400 a Ucrania para ayudar a Kiev a resistir la ofensiva rusa. En 2019, Turquía en un claro desafío a la OTAN, había comprado el sistema balístico ruso de defensa S-400. Tras esta compra, se produjeron sanciones por parte de Estados Unidos a la producción de aviones de combate F35.
Mientras que los gobiernos occidentales impusieron sanciones a Román Abrámovich y a otros oligarcas rusos para aislar a Putin, un segundo superyate perteneciente a Abrámovich estaba atracado en un resort turco. Ante las numerosas sanciones europeas a Rusia, numerosos oligarcas rusos están invirtiendo en Turquía. El 26 de marzo Cavusoglu declaró: «Los oligarcas rusos son bienvenidos en Turquía». El mensaje fue captado.
El 16 abril de 2022 el Clío, un superyate propiedad del magnate ruso Oleg Deripaska, arribó al puerto de Gocek (Turquía). Deripaska, fundador del gigante ruso del aluminio Rusal, ha sido sancionado por Estados Unidos, la Unión Europea y el Reino Unido. Por otro lado, Turquía anunció la creación de una aerolínea, Southwind, para llevar turistas rusos a los resorts y centros de recreo turcos. Ambos países han convenido en que Rusia seguirá utilizando el espacio aéreo turco como si jamás hubiera invadido Ucrania.
Quienes niegan que esté en marcha una política neo-otomana, según esa lógica, Turquía debería estar enfrentado a Irán y Rusia en la región. Porque según los neo-otomanos, Rusia e Irán eran quienes debían disputar el poder a Turquía en la región. No obstante, olvidan que Turquía derribó un avión ruso en Siria y luego arreglaron el espinoso asunto de forma amistosa.
A Rusia no le conviene tener un enemigo como Turquía, que además es miembro de la OTAN. Por otro lado, el gobierno de Ankara apoyó con armamento en la guerra de Libia al gobierno reconocido por la ONU, su aporte de drones fue clave para torcer el rumbo de la guerra. El mariscal Jalifa Belqasim Haftar es un aliado de Rusia, por tanto, enemigo de Turquía. Es decir que paradójicamente, Turquía actúa en contra de los intereses de Putin en Libia.
A su vez, el gobierno turco no reconoce la soberanía rusa sobre Crimea, porque el neo-otomano Recep Tayyip Erdogan, considera a esa región como parte del Imperio otomano. Los descendientes de los tártaros expulsados de la región de Crimea por los soviéticos siguen participando de la comunidad turca patrocinada por Erdogan.
La diatriba de Turquía en la geopolítica mundial
El intento de Turquía de desempeñar un papel político neo-otomano en Eurasia significa un conflicto de intereses en la región con el trío Rusia-Irán-China, que tendrán que dilucidar en algún momento. Algunos autores consideran un mal menor para Occidente que los turcos no fuesen aceptados en Europa, ya que esto hubiese significado que los turcos se moviesen libremente por Europa como ciudadanos.
Ciertos descendientes de turcos en Alemania, dicen ser turcos y no alemanes, aunque no rechazan la documentación alemana que los hace ciudadanos europeos. En estos meses hemos visto como Turquía se inquietaba ante el posible ingreso de Finlandia y Suecia en la OTAN. Algunos consideran que el problema no son los turcos, sino los lideres occidentales que no han expulsado a Turquía de la OTAN.
Recep Tayyip Erdogan, aunque sea turco, es un verdadero presente griego. «Un presente griego» es una frase que se aplica para calificar un regalo que lleva en sí perjuicios y preocupaciones para el obsequiado o hasta su misma destrucción o muerte.
Se dice que después de diez años de asedio ante los muros de Troya, sin conseguir tomarla, se le ocurrió a Odiseo una estratagema para lograrlo. Concertó una tregua y ofreció a los troyanos un enorme caballo de madera que dijo ser un voto hecho a los dioses.
Para ingresarlo en la ciudad fue preciso derribar una parte de la muralla, pues las grandes dimensiones del caballo hacían imposible introducirlo por las puertas. En su vientre encerraba el verdadero regalo, los elementos para la destrucción de la ciudad, en efecto, allí había hecho esconder Odiseo a varios guerreros escogidos entre los más valientes.
Al llegar la noche, salieron de su encierro y, abriendo las puertas de la ciudad, dieron entrada a los griegos que también irrumpieron por el boquete hecho en la muralla para entrar el célebre caballo. Quedará por ver cual será el complejo papel de Turquía en el equilibro de la geopolítica mundial.
Bibliografía
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