El surrealismo fue el movimiento de vanguardia que más atrajo a las mujeres creadoras por ser transgresor, provocativo y por reivindicar la plena libertad del ser humano.
Las mujeres que formaron parte de las vanguardias artísticas lo hicieron de una manera radical, rompiendo con la moral que les impusieron y se lanzaron a vivir con libertad. Desarrollaron carreras plenas sintiéndose iguales a sus compañeros, aunque muchas fueron criticadas y poco valoradas, supieron luchar por su autonomía e igualdad. Pero hubo mujeres artistas reconocidas y respetadas. Vamos a centrarnos en sus figuras, y en concreto en tres pintoras españolas, como son: Maruja Mallo, Remedios Varo y Ángeles Santos.
El movimiento surrealista
El término “surrealismo” fue acuñado por primera vez por Guillaume Apollinaire en 1917. No obstante, el movimiento surrealista no se estableció hasta 1924, cuando el poeta y crítico francés André Breton publicó el Manifiesto Surrealista en París.
El Manifiesto define el movimiento como “automatismo psíquico puro, por cuyo medio se intenta expresar, verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral.”
Propone ahondar en lo más profundo del ser humano rompiendo con el control de la razón y dejando que las acciones se guíen por el inconsciente. Los artistas surrealistas exploraban el inconsciente mediante sueños, automatismos y trances inducidos.
En sus comienzos, el surrealismo fue esencialmente literario, pero poco a poco fue abarcando las demás disciplinas: pintura, escultura, fotografía, cine, moda…
El surrealismo en España
En nuestro país, tuvo un gran éxito y dio grandes figuras muy conocidas internacionalmente como Salvador Dalí, Joan Miró, Maruja Mallo, Gregorio Prieto, José Moreno Villa, Óscar Domínguez, y un largo etcétera.
En España, el surrealismo se mezcla con acentos simbolistas y de la cultura popular. Dentro de la estética surrealista existen dos vertientes pictóricas: la primera, la que aplica el automatismo puro y cuyo máximo representante español es Joan Miró; y la segunda, la que emplea Salvador Dalí, que se interesa en lo onírico y que se sirve de un realismo minucioso.
Las mujeres surrealistas
En sus inicios, ninguna mujer formaba parte del movimiento surrealista. A la mujer siempre se la consideró más como un objeto artístico que como sujeto creador; éstas eran consideradas musas e inspiradoras del arte masculino. Pero poco a poco, varias mujeres fueron sumándose al movimiento atraídas por una estética y unos valores que intentaban romper con lo convencional.
Así, el surrealismo tuvo importantes representantes femeninas cuyas obras tienen una gran calidad equiparable a las de sus compañeros de pincel. Las mujeres creadoras tomaron conciencia de su ser y exploraron sus pensamientos más profundos, construyéndose su propia identidad. Utilizaron una estética tradicional para crear un mundo de significados variados, reflejando sus experiencias, sus deseos y miedos. Emplearon mucho el autorretrato como medio para plasmar su interior, expresando quiénes eran y cómo se sentían.
Todas estas mujeres buscaron su identidad y su libertad a través del arte. Retaron las convenciones sociales e institucionales, traspasando los límites de género.
Vamos a centrarnos brevemente en las españolas y en concreto en tres magníficas pintoras:
Maruja Mallo
(Viveiro, Lugo, 1902 – Madrid, 1995). Transgresora, rebelde, mujer libre e independiente, original e innovadora, es una de las artistas más representativas de la vanguardia española.
Nació en Galicia, y con veinte años se trasladó a Madrid a estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En la capital madrileña se relacionará con los artistas, escritores y cineastas de la Generación del 27, entablando gran amistad con Federico García Lorca, Miguel Hernández, Rafael Alberti, Ortega y Gasset, Ramón Gómez de la Serna, y un largo etcétera. También formó parte de las “Sin sombrero”, grupo de pensadoras y artistas que destacaron por su rebeldía, por estar en la vanguardia y por su compromiso social. El nombre surge de una anécdota que contaba la propia Mallo: ésta paseaba por la Puerta del Sol con Dalí, Lorca y Margarita Manso, cuando deciden quitarse el sombrero. Según cuenta, les empezaron a increpar y a apedrear por ello.
Su carrera artística fue un continuo proceso de experimentación y evolución a través de sus experiencias y vivencias. En estos años, su obra destaca por sus composiciones geométricas, coloridas, llenas de luz y de aparente espontaneidad.
En mayo de 1928, su amigo Ortega Y Gasset organiza en los salones de la Revista de Occidente, una exposición con la obra de Maruja Mallo que se convirtió en todo un acontecimiento cultural.
En 1932 marcha con una beca a París, donde conoce a André Breton, padre del surrealismo, a Joan Miró, Max Ernst, René Magritte y Giorgio de Chirico, entre otros. Influenciada por el surrealismo, su obra se vuelve más sobria en color, poblada de figuras fantasmales y tétricas, en un universo caótico.
De vuelta en Madrid y comprometida con la República, se dedicará a la docencia en las Misiones Pedagógicas, y en otras instituciones enseñando Dibujo. Cuando estalla la Guerra Civil española, se marchará a Lisboa y de allí a Buenos Aires, con la ayuda de su amiga Gabriela Mistral.
En el exilio llevará una vida social muy intensa y activa realizando exposiciones y conferencias. Sus obras se llenan de color y de sueños, de elementos oníricos, cósmicos y esotéricos.
Tras veinticinco años de exilio, regresa a Madrid a principios de los años sesenta y vuelve a reintegrarse en los círculos artísticos, sigue pintando y asistiendo a tertulias y exposiciones. Recibió varios premios y reconocimientos por su trayectoria artística, como la Medalla de Oro de Bellas Artes en 1982.
Fue una mujer culta, excéntrica, transgresora y amante de la libertad, cuya obra posee una gran calidad plástica. Su innovación y originalidad hacen que sea una de las artistas más interesantes de su generación, que es la generación de Frida Kahlo, Leonora Carrington y Dorothea Tanning, entre otras.
Federico García Lorca escribió sobre ella: “Maruja Mallo, entre Verbena y Espantajo toda la belleza del mundo cabe dentro del ojo, sus cuadros son los que he visto pintados con más imaginación, emoción y sensualidad.”
Remedios Varo
(Anglés, Gerona, 1908 – Ciudad de México, 1963). Desde pequeña sintió inclinación por el dibujo, lo que la llevó con tan solo 15 años y animada por su padre a entrar en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid.
“La estricta formación técnica de la Academia no daba lugar a la experimentación. Todo lo que yo aprendía, lo aprovechaba para pintar por mi cuenta las cosas que me interesaban.”
En 1932 se establece en Barcelona donde desarrolla su carrera como pintora y dibujante publicitaria. Aquí conoce al pintor surrealista Esteban Francés quien la introduce en el mundo del surrealismo. Se integra en el grupo catalán Logicofobista, que pretendía representar los estados mentales internos del alma, con formas sugerentes.
Con el estallido de la Guerra Civil española se marcha a París donde permanecerá hasta la ocupación nazi en 1941. En la capital francesa conoció a los surrealistas André Breton, Max Ernst, Dora Maar, Leonora Carrington y Joan Miró. En 1941 se marcha exiliada a México. Allí se integra en un círculo artístico junto con otros refugiados. En esta década realizó diferentes trabajos artesanales, de decoración y publicidad. Conoció a artistas como Frida Kahlo y Diego Rivera, y se hizo gran amiga de la surrealista británica Leonora Carrington.
En 1963, con tan solo 55 años, muere de un infarto de miocardio. A su muerte, André Breton escribió: “El surrealismo reclama toda la obra de una hechicera que se fue demasiado pronto.”
La obra de Remedios Varo tiene un estilo muy característico y fácilmente reconocible. Su obra evoca un mundo surgido de su imaginación donde se mezcla lo científico, lo místico, lo esotérico y lo mágico. En España su figura es poco conocida, en cambio en México, país que la acogió y al que se sintió muy unida, es una artista muy valorada y ha organizado varias exposiciones sobre la polifacética artista.
Ángeles Santos
(Portbou, Girona, 1911 – Madrid, 2013). La obra de esta singular pintora se caracteriza por su pronta madurez, ya que su obra más importante y conocida, Un mundo, la pintó con tan solo dieciocho años. Mujer adelantada a su tiempo, exploró diferentes corrientes artísticas, moviéndose en sus inicios entre el surrealismo y el expresionismo, e influenciada también por el realismo mágico.
Su pintura era calificada de moderna, rotunda y dramática. Se relacionó con los artistas y escritores de la Generación del 27, y Ramón Gómez de la Serna fue uno de sus mayores admiradores y defensores.
En 1930 sufrió una crisis que hizo que sus padres la hospitalizaran en un psiquiátrico. Tras este episodio dejó de pintar durante unos años. Se trasladó a Barcelona donde conoció al también pintor Emili Grau Sala, con el que después se casó. Retomó la pintura, pero sus obras serán muy diferentes: será una pintura cercana al impresionismo, más amable y alegre, e interesándose por el género del paisaje, nada que ver con la obra vanguardista y visionaria de sus inicios. Como pasó con la mayoría de las mujeres de su generación, su nombre se olvidó durante décadas y solo en los últimos años se empezó a reivindicar su obra.
Mallo, Varo y Santos fueron tres artistas excepcionales, valientes y talentosas, que rompieron con las normas impuestas a las mujeres para dedicarse profesionalmente a lo que les apasionaba. Vivieron con libertad e independencia y crearon un arte transgresor y vanguardista de gran calidad que merece ser reconocido y admirado.
Bibliografía
CASO, Ángeles, Ellas mismas. Autorretrato de pintoras, Oviedo: Libros de la letra azul, 2016.
Catálogo “Maruja Mallo. Orden y Creación”. Galería Guillermo de Osma, 2017.
GOMPERTZ, Will, ¿Qué estás mirando? 150 años de arte moderno en un abrir y cerrar de ojos, Madrid: Taurus, 2013.
www.remedios-varo.com