Juan Eslava Galán: «El nacionalismo es una mala, pésima y desgraciada consecuencia del romanticismo decimonónico»

Entrevista a Juan Eslava Galán

Juan Eslava Galán (Arjona, Jaén, 1948) es un escritor español del género histórico, tanto de ficción como de no ficción. Ha publicado algunas novelas bajo el pseudónimo de Nicholas Wilcox.  Autor prolífico. Su bibliografía comprende más de cincuenta libros y ensayos. Ganador de los premios Planeta (1987), Ateneo de Sevilla (1991), Fernando Lara (1998) y Premio de la Crítica Andaluza (1998), entre otros. Sus obras se han traducido a varios idiomas.

En primer lugar, debemos mostrar nuestro agradecimiento por acceder a compartir su tiempo con nosotros. Es un privilegio poder conversar con un autor tan prolífico y, a la vez, tan relevante y todo un referente en materia de divulgación de la historia. Hemos de decir que para nosotros es muy importante la tarea que realiza.

Juan Eslava Galán

Tenemos que felicitarlo por su última obra, la Enciclopedia Eslava. Lo primero que llama la atención del libro es su intención. ¿Cómo surgió la idea de recopilar todo lo que se debe saber para ser razonablemente culto? Tal como reza el propio subtítulo. A pesar de no tratar los mismos temas ¿pretendía contribuir en la dirección de obras como La Cultura: todo lo que hay que saber de Dietrich Schwanitz? ¿O por el contrario, se trata de un juego de palabras en tono de broma como acostumbra a deslizar en sus sagaces observaciones críticas?

El título y el subtítulo son en broma, por supuesto, dirigidos a mis lectores fieles que ya entienden que trato temas serios con humor.

El tono de su escritura hace que la erudición y los fundamentos históricos sean especialmente agradables de leer. Esto es una constante en sus libros. El humor y la incorrección política sobre temas de los que no todo el mundo se atreve a hablar también abundan. Cualquier página de sus libros es atractiva e invita al lector a seguir leyendo. ¿Nos podría contar de dónde viene su vocación pedagógica? Consideramos con Ortega y Gasset que la claridad es la cortesía, en este caso no del filósofo, sino del que escribe sobre historia. ¿Tiene la intención de elevar el nivel cultural de la sociedad, como de hecho hace?

He sido profesor de bachillerato (catedrático de inglés) treinta años. Eso hace que la cuestión pedagógica la tenga muy presente. Y sí, pienso que en España faltan libros de divulgación histórica y cultural en general, asequibles y escritos con un lenguaje llano, lo que no tiene por qué estar reñido con el rigor.

Su nueva obra entronca con la empresa filosófico-pedagógica ilustrada del enciclopedismo, es decir, con la tradición de la enciclopedia de Diderot y D’Alembert. ¿Qué consideración tiene sobre las enciclopedias y qué lugar ocupa su libro en relación con ellas? En la era wikipedia, las grandes pretensiones ilustradas de recopilar el saber en un proyecto conjunto han perdido su intensidad. ¿Qué relación ha tenido usted con las enciclopedias? ¿Cuál ha sido la que más ha consultado y/o disfrutado?

La mayor ilusión de mi vida, durante muchos años, fue poseer la Enciclopedia Británica. De hecho el primer sueldo que gané lo invertí en la Británica. Ahora parece que el tiempo de las enciclopedias ha pasado, pero eso es porque internet es una enorme enciclopedia. Eso sí, hay que saber navegar por ese océano proceloso y hacerlo con cierto sentido crítico porque contiene mucho bulo.

Su interés por las leyendas, los misterios y los enigmas históricos es una constante en sus textos. En relación con estos asuntos, se han escrito verdaderos ríos de tinta sobre temas tan célebres como la Atlántida o el Santo Grial. Usted mismo los aborda en sus libros. Respecto a la Atlántida ¿Tiene sentido buscar la Atlántida?¿Cuál es la hipótesis que le parece más plausible a este respecto? ¿Es sólo un mito ideado por Platón para explicar cuestiones sobre el orden político?

Creo que el mito lo inventó Platón. Lo que pasa es que está bien que tengamos sueños… sin perder de vista que son solamente eso, sueños.

¿Es verdad que Colón sabía a qué distancia determinada de la isla de Hierro de las Canarias podía llegar un barco a tierra y que conocía las rutas de ida y vuelta? ¿Qué se sabe del “secreto de Colón”?

Tenemos esa certeza: él sabía que había tierras al otro lado del océano, a una distancia navegable. Su error, morrocotudo, era creer que esas tierras eran Japón y China. Es evidente que alguien que había estado antes le comunicó el secreto, pero por ahora no sabemos más.

Uno de los temas que más nos ha llamado la atención ha sido el de la vida de los gladiadores. Usted explica que la realidad histórica se aleja de las representaciones típicas que nos hacemos de los gladiadores, propiciadas fundamentalmente por la espectacularidad de las películas. ¿Cómo eran realmente?

Eran profesionales, muchos de ellos procedentes de la esclavitud o del mundo marginal, que sabían que, si llegaba el caso, deberían aceptar la muerte estoicamente. La realidad histórica no suele parecerse a lo que Hollywood nos retrata.

El acorazado USS Maine (ACR-1) de la armada de los Estados Unidos se hundió en 1898 debido a una explosión. ¿Qué ocurrió realmente con el Maine? ¿Qué significó para la guerra hispano-estadounidense?

Fue un pretexto para declarar la guerra a España. La explosión pudo ser fortuita, por combustión espontánea de un depósito de carbón paredaño a un pañol de municiones.

Usted es autor de numerosos libros de éxito. La Historia del mundo contada para escépticos es ya un clásico de la divulgación histórica. Además, ha escrito sobre temas espinosos sin miedo a desazonar a las personas fácilmente irritables. Muestra de ello es Una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie. En dicho libro se narra magistralmente el enfrentamiento entre Unamuno y Millán-Astray del año 1936 en el paraninfo de la universidad de Salamanca. ¿Qué significó dicho episodio?

Es un episodio revelador pero desgraciadamente no significó nada, sólo que a partir de entonces Unamuno se encerró en su casa a dejarse morir mientras afuera se encendía la guerra fratricida.

En historia existe gran cantidad de bibliografía sobre los nacionalismos. Podemos destacar la obra de Eric Hobsbawm Naciones y Nacionalismos desde 1780. ¿Cómo comprende usted el fenómeno del nacionalismo? ¿Alguna vez se ha planteado escribir algo sobre el tema?

El nacionalismo es una mala, pésima y desgraciada consecuencia del romanticismo decimonónico. Estoy acumulando material para un posible libro sobre los nacionalismos españoles, especialmente el vasco, el catalán y el gallego, aunque por ser andaluz le dedicaré también un apartado a Blas Infante el lamentable “padre de la patria andaluza”.

Más en concreto y por motivos de urgente actualidad, nos es inevitable preguntar sobre el tema de la independencia de Cataluña, en el cual es imposible no tener presente la historia. Teniendo en cuenta que la pregunta es muy amplia y de difícil conclusión, ¿qué percepción tiene de la cuestión?

Tengo buenos amigos catalanes en los dos bandos y espero que algún día se restañen sus diferencias y se calmen las aguas. Mientras tanto la deriva de Cataluña me parece lamentable, están tirando por la borda a una espléndida región que desde hace siglos viene siendo la locomotora del progreso español, pero no olvidemos que el carbón de esa locomotora lo ha puesto siempre el resto de España.

¿Cuántos libros hay en su mesilla de noche? ¿Es de los que lee muchos libros al mismo tiempo?

Tengo algo así como diez porque soy muy desordenado y se me acumulan sin acabarlos de leer. Un par de veces al año hago zafarrancho y los devuelvo a las estanterías dejando solo uno o dos en la mesita.

Hace poco en Academia Play, escribimos un artículo en que decíamos que Hitler era un mediocre. Causó un gran revuelo. Usted argumenta algo parecido en sus escritos y no es el único. Ian Kershaw, uno de los mejores biógrafos de Hitler sostiene la misma tesis y afirma que más allá de la política, su vida es de escaso interés. ¿Era Hitler un mediocre? En caso de serlo, ¿Cómo un mediocre pudo hacer tanto ruido y poner el mundo patas arriba?

Hitler era mediocre, sin duda, pero también tenía un instinto político muy acusado. Hasta 1938 su actuación en política exterior fue genial, era el general que ganaba batallas sin combatir, gracias a la cobardía de las democracias que tenían mala conciencia por el tratado de Versalles y querían apaciguarlo. En política interior su trabajo es más discutible: el resurgir económico se basaba en fundamentos muy débiles y a la larga llevaría al pueblo alemán a un callejón sin salida… a no ser que agrediera a otros pueblos y los saqueara. Eso fue lo que hizo, pero no supo ver que Alemania, desprovista de petróleo y de acero, no podría sostener una guerra larga. Tampoco supo prever que la URSS era mucho más potente de lo que sus cálculos entendían.  A ciertas alturas de la guerra ya se había vuelto completamente loco, quizá por el abuso de drogas, quizá por surmenage.  Lo que no se entiende es cómo los alemanes no lo eliminaron en el año 1942 o 1943 cuando ya estaba claro que los conducía a un desastre sin precedentes.

Por último, no queremos desaprovechar la ocasión para solicitarle alguna recomendación bibliográfica que le haya llamado especialmente la atención en los últimos años. ¿Qué nos sugeriría?

Sugiero Stanley Payne, En defensa de España.

Muchísimas gracias por atendernos. Como siempre, seguiremos con verdadero entusiasmo su trabajo y esperamos que las futuras generaciones puedan seguir deleitándose con sus escritos.

Gracias a vosotros. Un placer.

Para finalizar, ¿Algo que se nos haya quedado en el tintero que quiera comentar? ¿Libros en los que está trabajando?

Pues ahora estoy trabajando en el libro de familia de la monarquía española visto a través de los cuadros de El Prado. Me obliga a leer mucho y a aprender que es lo mejor a lo que se puede aspirar a mi edad cuando la naturaleza te avisa de que ya estás sobrando en el mundo y debes dejarle la cuchara a los que vienen después.

Enciclopedia Eslava
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