Posiblemente si se hace referencia a una hecatombe nuclear, nos venga a la memoria la terrible imagen de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. Desde el comienzo de la Guerra Fría, tuvo lugar una carrera armamentística entre la URSS y Estados Unidos como jamás se había visto. Tras el desmoronamiento del bloque del Este y la caída de la URSS, el mundo parecía querer dejar atrás la amenaza nuclear. Sin embargo, en los últimos años la tendencia ha cambiado. ¿Nos encontramos quizás al borde de una nueva era nuclear?
Proyecto Manhattan: los inicios de la era nuclear
El Proyecto Manhattan liderado por Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial había conseguido fabricar el arma más poderosa de todas cuantas habían existido: la bomba atómica. Después de un intenso trabajo llevado a cabo por algunos de los científicos más sobresalientes del mundo, por fin se habían colmado todas las expectativas. El 16 de julio de 1945, la prueba Trinity mostró el verdadero poder de esta tenebrosa creación del ser humano. Una gigantesca explosión en forma de hongo envolvió a los testigos allí presentes. Las palabras de Robert Oppenheimer, uno de los protagonistas de aquel proyecto, no pudieron acertar más en su pronóstico: ‘Ahora me he convertido en la Muerte, el destructor de mundos’. Pronto se convertirían en una cruel realidad.
Ya que la Alemania nazi se había rendido el 8 de mayo de 1945, se hacía necesario buscar un nuevo objetivo. El Imperio japonés seguía en guerra con los Estados Unidos. El presidente Truman lanzó un ultimátum al gobierno japonés para que aceptara su rendición incondicional de acuerdo a los términos acordados en la Conferencia de Potsdam. Ante la negativa esperada, la bomba atómica se utilizaría contra las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, el 6 y el 9 de agosto de 1945, respectivamente. Los horrores de la guerra se mostraron en toda su crudeza. Cientos de miles de personas perdieron la vida o quedaron heridas de diversa consideración. Pero lejos de aprender la lección, los vencedores de la contienda aprovecharon esta oportunidad para desarrollar el máximo potencial de las armas nucleares.
La Guerra Fría: proliferación nuclear
El mundo había quedado impactado por el poder de la bomba atómica en los últimos estertores de la Segunda Guerra Mundial. Tras la derrota de las Potencias del Eje en 1945, un nuevo orden mundial se estaba fraguando con Estados Unidos y la URSS a la cabeza: la Guerra Fría. Aunque los primeros en utilizar las armas nucleares habían sido los estadounidenses, pronto los soviéticos desarrollaron las suyas propias. Empezaba entonces una carrera armamentística que alcanzó cotas inimaginables. Las dos grandes superpotencias competían por poseer el mayor arsenal nuclear posible. La OTAN y el Pacto de Varsovia fueron creados para contrarrestar al enemigo. Uno de los momentos críticos que a punto estuvo de llevar a un conflicto entre las dos partes fue durante la crisis de los misiles de Cuba de 1962.
A través de una intensa negociación, se pudo resolver la problemática y dar por zanjada la crisis. Tanto Nikita Jrushchov (URSS) como John F. Kennedy (EE.UU) fueron dos líderes que estuvieron a la altura de las circunstancias. Incluso contra la opinión de algunos de los suyos. No obstante, el mundo había entrado en una espiral muy peligrosa. Por esta razón, con el fin de solventar situaciones similares, se instaló el llamado «teléfono rojo«, un enlace de comunicación directa entre Washington y Moscú. Aunque Estados Unidos y la URSS nunca se llegarían a enfrentar directamente, en las décadas siguientes surgieron conflictos focalizados en otras regiones del mundo como Vietnam o Afganistán. Pero después de todo, la amenaza nuclear seguía estando presente. ¿Estallaría algún día un apocalipsis mundial?
Cumbre de Ginebra de 1985 y desarme nuclear
Mijaíl Gorbachov es, sin duda alguna, una de las grandes figuras históricas del siglo XX. Aunque se había formado dentro del aparato soviético, era consciente de los múltiples defectos que afectaban al mismo. Tras su llegada a la secretaría general del partido comunista en marzo de 1985, llevó a cabo una serie de reformas económicas conocidas como la perestroika y un proceso de transparencia interno denominado glasnost. Esto supuso una transformación radical en las anquilosadas estructuras del régimen soviético. A la larga, conllevaría la desmembración de la URSS en 15 repúblicas distintas y el abandono paulatino del sistema comunista. Pero antes de que eso ocurriese, Gorbachov también inició un acercamiento a Occidente con el fin de rebajar la tensión nuclear, especialmente con Estados Unidos. Una nueva etapa de disensión y acuerdos parecía abrirse paso en las páginas de la historia.
En noviembre de 1985, tuvo lugar la denominada Cumbre de Ginebra, en la que había puestas grandes esperanzas. En esta cumbre, Gorbachov y Reagan acordaron que de estallar un conflicto nuclear, no habría vencedores de ningún bando. Miles de millones de personas morirían durante un hipotético invierno nuclear. Por esta razón, se hacía necesario un entendimiento entre ambos gobiernos para lograr una cooperación pacífica y un nuevo orden global. Había que evitar a toda costa un enfrentamiento a escala mundial entre las dos superpotencias. A esta reunión le siguieron otras como la de Reikiavik (Islandia) en 1986. La reducción de armamento nuclear debía constituir una acción primordial. Por otro lado, ya se habían visto los devastadores efectos del accidente de la central nuclear de Chernóbil de 1986. Las imágenes del reactor 4 de la central destruido dieron la vuelta al mundo.
Mientras tanto, dentro de las directrices a seguir en los países que aún permanecían en la órbita de la URSS, Gorbachov se mostró partidario de la no intervención a través de la «doctrina Sinatra». El momento culminante de esta postura ocurrió durante la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989. El resto de países del Bloque del Este (Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumanía, Bulgaria) también iniciaron procesos democráticos. Gorbachov ya era consciente de la pérdida de hegemonía de la URSS, algo que empezaba a inquietar a ciertos sectores del régimen soviético. Posteriormente el 31 de julio de 1991, quedó firmado el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START I) entre la URSS representada por Gorbachov y Estados Unidos con el presidente George W. Bush. Mediante este acuerdo, se pretendía autolimitar el número de misiles nucleares que cada país tenía en su poder.
El mundo después de la caída de la URSS
Los variados intentos de reformar el sistema por parte de Mijaíl Gorbachov resultaron en un golpe de Estado en agosto de 1991 orquestado por el núcleo duro del régimen soviético. Tras varios días en los que el mundo permaneció en vilo, finalmente Gorbachov retomó el poder y detuvo a los golpistas implicados. El posterior desmoronamiento de la URSS a finales de 1991 trajo consigo el establecimiento de un nuevo orden planetario. Estados Unidos emergía como la única superpotencia mundial, dispuesto a ocupar el espacio dejado por su contrincante. Para desgracia de los nostálgicos de la URSS, muchos países que habían pertenecido al antiguo Bloque del Este fueron integrándose de forma progresiva en la OTAN y la Unión Europea. En cambio, otras naciones acabaron formando parte de la CEI (Comunidad de Estados Independientes), con Rusia a la cabeza, quien todavía poseía un vasto arsenal nuclear.
Rivalidad OTAN-Rusia
La expansión de la OTAN hacia los países que en su día formaron parte del antiguo bloque del Este siempre ha sido un tema especialmente espinoso para Rusia. A su vez, el escudo antimisiles desplegado por Estados Unidos en Europa como medida disuasoria frente a Rusia, no ha sentado nada bien al Kremlin. El gobierno ruso ha alegado que las sucesivas ampliaciones de la OTAN se hicieron en contra de una supuesta promesa hecha a Mijaíl Gorbachov años atrás. No obstante, en este punto muchos analistas no están de acuerdo con la visión del Kremlin, pues la propia Rusia dio su visto bueno a este hecho en diferentes acuerdos de cooperación con la OTAN. Además, los países que fueron solicitando su ingreso en esta alianza militar precisamente lo hicieron por miedo a una posible agresión rusa.
¿Una nueva Guerra Fría?
Aunque Estados Unidos asumió su papel de única superpotencia, los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas y el Pentágono pusieron en entredicho ese supuesto protagonismo en la esfera internacional. Desde entonces, la política estadounidense giró en torno a intervenciones militares en países de Oriente Medio como Irak o Afganistán, con resultados desastrosos. Posteriormente, los sucesos ocurridos en la Primavera Árabe y especialmente durante la guerra civil siria (2011-actualidad) volvieron a resquebrajar el equilibrio geopolítico entre Estados Unidos y Rusia. El gobierno ruso se convirtió en uno de los principales apoyos del dictador sirio Bashar al-Assad, en contra de Estados Unidos. Pero un nuevo conflicto iba a dinamitar las relaciones internacionales: la invasión de Ucrania.
El mundo quedó atónito cuando el presidente de la Federación de Rusia, Vladímir Putin, procedió a la invasión de Ucrania el 24 de febrero de 2022. Anteriormente había realizado la anexión de Crimea en 2014 y apoyado a los separatistas prorrusos de las provincias de Lugansk y Donetsk, localizadas en el extremo este de Ucrania. Una de las razones que esgrimen los defensores de esta invasión era que Ucrania iba a ingresar en la OTAN en un futuro próximo. Según la particular visión del Kremlin, el país eslavo sigue perteneciendo a su legítima área de influencia. Si bien en este punto, hay que destacar la profunda división que existía en la sociedad ucraniana entre pertenecer o no a la Unión Europea. Mientras que en el oeste esta opción era mayoritaria, por contra el este del país era más abiertamente prorruso.
Esta invasión desató un conjunto de sanciones económicas a Rusia y volvió a poner en bandeja la posibilidad, aunque remota, de volver a reactivar el arsenal nuclear. Otra región foco de tensiones a nivel mundial es la isla de Taiwán, apoyada por Estados Unidos y anhelada por China. Actualmente algunos países siguen poseyendo armamento nuclear (EE.UU, Rusia, Reino Unido, Francia, Israel, China, Corea del Norte, India y Pakistán). Estará por ver si los seres humanos somos capaces de no repetir los mismos errores del pasado. La icónica imagen de la Cúpula Genbaku, hoy Memorial de la Paz de Hiroshima, tal vez nos recuerde las trágicas consecuencias que ocasiona utilizar este tipo de armas. Hasta entonces, solo nos quedará confiar en que los líderes de las principales potencias nucleares del mundo dejen de lado sus diferencias y opten por deshacerse de su arsenal de forma progresiva. Por el bien de la humanidad.
Bibliografía
Galán, E. J. (2015). La Segunda Guerra Mundial contada para escépticos. Editorial Planeta, Barcelona.
RTVE. «La amenaza nuclear. https://www.rtve.es/rtve/20220421/amenaza-nuclear-noche-tematica/2335441.shtml
Foto de portada de wradio.com.mx