A mediados del siglo I a. C., después de años de feroces luchas, los pueblos de la Galia (actual Francia) fueron brutalmente sometidos por el poder de Roma. En una legendaria contienda que duró casi una década, Julio César condenaría a casi un millón de galos a la muerte y a otro millón a la esclavitud. Sería en el otoño del año 52 a. C., en la pequeña fortificación de Alesia, donde se decidiría el destino de la Galia. Al mando del valiente y joven jefe de la tribu de los arvernos, Vercingétorix, se dispuso una defensa numantina contra las legiones de la ciudad que dominó el mundo antiguo. Veamos más en detalle la figura de este mítico héroe galo.
Primeros años
Los primeros años de la vida de Vercingétorix son muy confusos. Dada la escasez (y poca fiabilidad) de las fuentes escritas de las que disponemos, no es mucho lo que se sabe de su vida anterior a la campaña cesariana. Su nombre, por el cual ha trascendido a la historia, es un compuesto céltico que viene a significar «el más grande rey de los guerreros», siendo por tanto más bien un título, por lo que su nombre auténtico nos es desconocido. Ateniéndonos a los relatos de escritores romanos, tanto contemporáneos como posteriores, en especial al del propio Julio César en su célebre obra auto-propagandística Comentarios sobre la guerra de las Galias (De bello Gallico en latín), Vercingétorix debió de nacer en torno al año 80 a. C., en alguna población del territorio de su tribu, la de los arvernos.
Hijo del caudillo arverno Celtilo, su tribu, culturalmente céltica, estaba situada en torno al Macizo Central, en la actual región francesa de Auvernia, una de las más poderosas y aguerridas de la Galia central, contando con la lealtad y vasallaje de otras muchas tribus menores y la enemistad de otras más poderosas. Al ser miembro de la élite tribal dominante, Vercingétorix presumiblemente debió de nacer en la propia capital arverna, Gergovia, cerca de la actual ciudad francesa Clermont-Ferrand. Su vida temprana no debió de ser muy distinta a la del resto de los galos, inmersos en sus asuntos locales.
Llegada de Roma. La Guerra de las Galias
Como bien es sabido, sería con la llegada de Julio César al frente de sus legiones a la Galia en el año 58 a. C. cuando Vercingétorix hiciera su breve pero destacada aparición en la historia. Ese año el pueblo de los helvecios, situados en lo que hoy es Suiza, forzados por la creciente presión de los pueblos germanos del otro lado del río Rin, emprendieron una masiva migración al oeste, atravesando la Galia Transalpina, fronteriza con los territorios galos que Roma ya controlaba. Julio César utilizó como pretexto este desplazamiento para invadir y conquistar la Galia a la cabeza de sus legiones. Aunque César siempre alegó que la invasión se trataba de una acción defensiva, actualmente se asume que con esta campaña el general no pretendía otra cosa que impulsar su carrera política. Al inicio de la invasión, Vercingétorix era un joven aristócrata de unos veinte años, ya en edad de combatir.
A lo largo del siguiente lustro (58-53 a. C.), César fue progresivamente marchando por la Galia oriental, sometiendo una a una a las diferentes tribus galas, belgas y germanas que se encontró a su paso hacia el norte, atravesando el Rin y posteriormente el canal de la Mancha, llegando hasta Britania. La presencia romana tanto en Germania como en la isla británica fue testimonial en aquellos momentos. En cambio, César buscó el sometimiento de toda la Galia, marchando por el norte hacia las costas atlánticas occidentales, conquistando las actuales Normandía y Bretaña, y llegando hacia el sur, a los Pirineos.
Durante todos aquellos años de brutal conquista, bien detallados por el propio César en De bello Gallico, donde los rápidos y letales movimientos de sus legiones en las estaciones cálidas se complementaban con la inactividad en las estaciones frías, las tribus de la Galia central, de las que formaban parte los arvernos de Vercingétorix, se mantuvieron relativamente tranquilas, aceptando tratos amistosos con Roma. De hecho, el propio Vercingétorix se integró en el ejército de César, no tanto como rehén sino como hijo de un jefe tribal aliado, formando parte del séquito de campaña del general y recibiendo instrucción militar a cambio de su colaboración y sus conocimientos del territorio.
Para el año 53 a. C., el control de César sobre la Galia parecía consolidado. Aun así, los brutales excesos represivos, con innumerables matanzas de poblaciones enteras, la condena a la esclavitud de miles de personas, así como las duras imposiciones fiscales, provocaron alzamientos contra el poder romano. No obstante, estos fueron movimientos aislados e intermitentes, sin apenas unidad ni organización efectiva.
La gran revuelta gala. Vercingétorix, líder de los galos
Sin embargo, a partir del invierno del 53-52 a. C. el hartazgo generalizado a la ocupación planteó una reacción, surgiendo Vercingétorix como el líder de la resistencia gala. Según los escritos de César, después de que el padre de Vercingétorix, Celtilo, hubiera sido depuesto y ejecutado por facciones rivales, gracias a su carisma, decisión y encendidos discursos, Vercingétorix pudo hacerse con el poder en su tribu y vengar a su padre. Convertido en el indiscutible líder de los arvernos, comenzó a establecer alianzas. Aprovechando la difícil situación política que vivía la República Romana, con el inminente conflicto entre César y Pompeyo, se planteó una rebelión a gran escala, tan repentina como generalizada. Consiguió el destacado hecho de superar las tradicionales fronteras y desacuerdos tribales, uniéndose todos contra el enemigo común, lo que sugiere una gran capacidad diplomática del líder arverno.
Vercingétorix, muy acertadamente, tuvo la prudencia de no provocar un enfrentamiento directo con los romanos, sabedor de su aplastante superioridad táctica y militar. Acantonó tropas en varios reductos inexpugnables, circunstancia que obligó a Julio César a dividir sus fuerzas. Además, percatado de la vital dependencia de suministros de las legiones en un territorio hostil, llevó a cabo una radical táctica de tierra quemada, basada en la destrucción absoluta de todo lo que pueda ser de utilidad al enemigo. Su estrategia se aplicó con éxito, extenuando a las legiones y mitigando su capacidad operativa durante la primavera del 52 a. C., aunque el primer choque directo contra César, en el asedio de la ciudad fortificada de Avárico, se saldó con una dura derrota gala, a pesar de la desperrada resistencia.
A pesar de ello, Vercingétorix prosiguió con su eficaz táctica de destrucción total, atrayendo a César hacia su territorio, haciéndose fuerte en Gergovia, la capital arverna. Entre abril y mayo se llevó a cabo el asedio de la ciudad, bien pertrechada y de difícil conquista debido a lo escarpado del terreno. A pesar de la determinación de César, la superioridad numérica de los asediados y las noticias de que la importante tribu de los eduos, hasta entonces aliados de Roma, se habían unido a la revuelta, obligaron al general a levantar el asedio, sufriendo una seria derrota. Con ello la causa gala recobró fuerzas, consolidando Vercingétorix su poder político y militar.
Envalentonado por la importante victoria de Gergovia, Vercingétorix planteó dar un golpe definitivo a César, confiando erróneamente en la vulnerabilidad romana y en la fortaleza de su alianza. Por tanto en el mes de julio decidió enfrentarse a las legiones con un rápido ataque de caballería a campo abierto en Vingeanne (cerca de la actual Dijon). Fue un error fatal, pues la superioridad táctica romana hacía imposible que los galos, indisciplinados, pudieran derrotarlos así. Abatido por la derrota, Vercingétorix se refugió con su ejército en la fortaleza de Alesia, capital de la tribu de los mandubios. Tomando la iniciativa, y viendo la oportunidad de acabar con la revuelta, César fue en su persecución, llegando a la ciudad y comenzando la construcción de las fortificaciones necesarias para el asedio. Iba a comenzar uno de los episodios más laureados de la carrera militar de Julio César.
El asedio de Alesia
César no escatimó en gastos, siendo el asedio de Alesia un prodigio de la ingeniería militar romana. En apenas tres semanas se levantaron más de veintitrés fuertes en las colinas que rodeaban la ciudad, unidos con fosos de varios metros de profundidad, así como una sólida muralla parapetada y almenada de tres metros de alto, con torres de vigía artilladas cada centenar de metros, empalizadas, muros de arena y maquinaria de asedio. Para evitar ataques tanto exteriores de fuerzas de auxilio, como de los asediados de la ciudad, el suelo próximo a los muros y trincheras fue plagado de todo tipo de innumerables y mortales trampas de troncos afilados cubiertos de ganchos de hierro e hileras de pozos llenos de pinchos y estacas afiladas amarradas a la tierra, ocultos por hojarasca y ramas para no ser advertidos hasta que el enemigo cayese mortalmente en ellos. En conjunto resultaba un trabajo militar impresionante.
Vercingétorix intentó de todas las maneras posibles evitar verse totalmente rodeado, hostigando las obras de construcción mediante constantes ataques de caballería desde la ciudad. Pero la férrea disciplina y organización romana se impuso. Antes de que finalizasen por completo los trabajos de cerco, el líder galo ordenó escapar a su caballería por los huecos que aún quedaban libres para que regresasen con fuerzas auxiliadoras. Mientras tanto, reorganizó la defensa, racionalizando al máximo los escasos víveres y tomando la decisión de expulsar de Alesia a sus habitantes, bocas inútiles que mantener, los cuales fueron abandonados a su suerte y perecieron de inanición en la tierra de nadie comprendida entre la ciudad y las posiciones romanas.
Después de varias semanas de intermitentes combates, finalmente llegó un gran ejército galo de socorro al mando de Comio, líder de los atrebates. Así las cosas, juntándose con las fuerzas asediadas de Vercingétorix en la ciudad, los galos podían disponer de una monstruosa fuerza de más de 300.000 efectivos, todo un reto para el genio militar de César.
Durante días las fuerzas galas hicieron esfuerzos sobrehumanos por romper el asedio. El ejército de socorro hizo tres intentos de ruptura de las defensas romanas con constantes ataques directos, tanto de día como de noche, intentando la coordinación con la guarnición gala asediada. Fue el tercer intento, último y desesperado, llevado a cabo por 60.000 de los guerreros galos más destacados, el que más preocupación llegó a provocar en las filas romanas, al producirse por sorpresa en la zona más débil de las fortificaciones. En un último esfuerzo, y con la implacable celeridad que le caracterizó toda su vida, César marchó personalmente al combate, insuflando ánimo a sus agotados hombres y atacando por la retaguardia del ejército galo de auxilio. Viéndose superados, los auxiliadores fueron presa del pánico y huyeron, al igual que los galos asediados, regresando derrotados a la fortaleza. La victoria romana era total. El destino tanto de Alesia, como de Vercingétorix y de toda la Galia estaba sellado.
Captura, prisión y muerte
Al día siguiente de la derrota y después de las negociaciones de rendición, Vercingétorix salió a caballo de Alesia y se dirigió hacia el campamento de César. En una escena mítica plagada de romanticismo que pasaría a los anales de la historia universal, el líder arverno bajó de su montura, arrojó sus armas, armadura y adornos a los pies del flamante conquistador romano, se dejó caer de rodillas ante él y se rindió, suplicando clemencia al vencedor. Sin apenas inmutarse y a pesar de ser considerado como un mandatario clemente, César ignoró cualquier posible misericordia y ordenó que fuera encadenado y apresado. Los derrotados galos fueron esclavizados y Alesia saqueada, terminando para siempre la resistencia. La Galia formaría parte integrante del mundo romano durante el siguiente medio milenio.
El destino de Vercingétorix fue trágico. Conducido a Roma como botín de guerra, fue encarcelado en las mazmorras de la cárcel Mamertina (o Tullianum) y recluido allí hasta el triunfal desfile por la ciudad de César como conquistador de la Galia, momento en el que sería exhibido como trofeo de guerra. Al desencadenarse la gran guerra civil de la República Romana (49-45 a. C.) entre César y Pompeyo, el otrora líder de los galos debió permanecer confinado en su prisión durante más de un lustro, hasta la victoria de César sobre todos sus enemigos y su total control del mundo romano. En el 46 a. C., derrotados los pompeyanos, se produjo el desfile triunfal del ya dictador de Roma por la orbe dueña del mundo. Entonces Vercingétorix fue exhibido como trofeo y posteriormente ejecutado mediante estrangulamiento, llegando a su fin la vida del valiente líder de los galos.
Conclusiones
A pesar de su derrota y ejecución, el recuerdo de Vercingétorix se mantuvo a lo largo de los siglos, en parte gracias a la labor literaria del propio César, quien no rehusó ensalzar al enemigo bárbaro derrotado. Ya en el siglo XIX, con el redescubrimiento y reivindicación del pasado galo prerromano por parte del nacionalismo francés, su atractiva figura histórica fue reinterpretada y empezó a ser considerado como un protomártir de la causa nacional francesa, el «primer héroe nacional de Francia», realizándose monumentos, estatuas y cuadros en su honor, a semejanza de lo que ocurrió entonces en España con Viriato o la resistencia de Numancia. El valor y determinación de Vercingétorix al arriesgar su vida y las vidas de su pueblo para evitar la conquista extranjera y la esclavización sigue inspirando a la gente hoy en día en Francia, y su nombre se sigue honrando entre los grandes héroes de la Antigüedad.
Bibliografía
-Cebrián, J. A. (2009). Pasajes de la Historia: Veinticinco momentos míticos, de las Termópilas al Barón Rojo. Madrid. Editorial Planeta.
-César, C. J. (1989). De Bello Gallico (La Guerra de las Galias). Madrid. Editorial Gredos.
-Eslava Galán, J. (1995). Julio César: el hombre que pudo reinar. Barcelona. Editorial Planeta.
-Frediani, A. (2021). Vercingétorix. Historia National Geographic. https://historia.nationalgeographic.com.es/a/vercingetorix_16153
-Mark, J. J. (2016). Vercingétorix. World History Encyclopedia. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-901/vercingetorix/