María Saavedra ha sido uno de esos descubrimientos fortuitos en los que se va uno a la cama queriendo saber algo más sobre la persona. La encontramos de casualidad buceando en Internet, escribiendo el guion de un vídeo sobre la emancipación de Hispanoamérica. Fue en YouTube (quien quiera puede teclear su nombre). Quedamos inmediatamente embobados con la capacidad que tiene María para conectar con su audiencia. Escuchar a María es todo un deleite, tanto por la forma como por el fondo. Inmediatamente nuestros esfuerzos se centraron en buscar la manera de ponernos en contacto.
María Saavedra es licenciada en Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid. Obtuvo su doctorado en la misma universidad y trabaja como profesora y coordinadora de los grados de Historia e Historia del Arte en la Universidad CEU San Pablo desde el año 2001. En 2012 ganó el Premio a la Investigación Ángel Herrera y en 2017 el Premio de Investigación Rafael Altamira por su trabajo «El alma española en el pensamiento y los escritos de José Enrique Rodó». Destacan sus publicaciones La forja del Nuevo Mundo: huellas de la Iglesia en la América española e Indigenismo y evangelización: la primera expansión del cristianismo en América (junto con Javier Amate).
Muchos países hispanoamericanos ya han celebrado su bicentenario como país independiente. Todavía quedan algunos. Por ejemplo, Perú lo celebra en 2021. ¿Qué errores está viendo que se están cometiendo en estas celebraciones?
Quisiera decir en primer lugar que los bicentenarios son una excelente oportunidad para tratar con rigor histórico algo que sucedió hace dos siglos: el nacimiento de las nuevas repúblicas americanas. Y a mi juicio, el nacimiento de una nación debe ser motivo de celebración, especialmente cuando ya lleva forjándose como tal a lo largo de muchas décadas.
El error estaría en dos extremos: hacer hincapié en aspectos que retoman viejos resentimientos contra España, negando la realidad de un hondo bagaje construido en los tres siglos del virreinato, y que forma parte de la idiosincrasia de aquellas naciones, junto con los elementos prehispánicos que perduran. El otro extremo igualmente erróneo es el que cometen aquellos que consideran que no hay nada que celebrar, que incluso siguen hablando de “pueblos traidores”, sin tender puentes hacia lo que deben ser nuestras naciones hermanas.
En resumen, se debería evitar “hacer sangre” de unos aniversarios, y procurar aprovechar la oportunidad para seguir avanzando en el análisis histórico de aquella época, a la vez que se consolidan todos aquellos aspectos que nos unen, que son muchos.
¿Qué tenemos en común los españoles y los países hispanoamericanos?
Ni la América actual se entiende sin el pasado español, ni España sería inteligible sin los tres siglos en que constituía un todo con los territorios ultramarinos. La Monarquía hispánica fue un inmenso espacio por el que circulaba una lengua, una religión, una cultura, que dejó huella a ambos lados del Atlántico.
¿Qué errores cometieron los españoles en la conquista de América? ¿Cree que los españoles se deben avergonzar de su pasado?
Ese genérico “los españoles” impide un análisis riguroso de lo que sucedió a partir de 1492. Ciertamente, el sistema socioeconómico de la encomienda generó abusos por parte de colonos españoles que iban dispuestos a mejorar su situación, y en ocasiones lo hicieron a costa de un excesivo trabajo de los pobladores indígenas que tenían encomendados.
Por otra parte, nunca faltaron voces españolas que se levantaron contra esos abusos. Y esas críticas fueron asumidas por la Corona, que trataba de mantener el equilibrio entre la protección a los nuevos súbitos americanos, con la lógica ganancia económica que lleva consigo todo proceso de conquista y colonización. Resultado de esa preocupación es uno de los grandes monumentos levantados por la Corona: Las Leyes de Indias.
En cuanto a avergonzarse de la propia historia, es algo que los españoles parece que llevamos en la sangre. Nadie debería sentir vergüenza por lo que hicieron compatriotas hace ya siglos. La Historia deja una huella de luces y sombras, y solo son responsables de la misma los hombres que tomaron decisiones y actuaron. En cuanto a calibrar las luces y las sombras del descubrimiento, conquista y colonización de América, es donde hay que ser cautos y tratar con honestidad nuestra historia. Hay una cierta mentalidad en al que solo caben héroes y villanos. Y el hombre tiene muchas más facetas, por lo que la historia también ha de verse desde diversos prismas.
Pocos países tienen en su pasado una reina como Isabel I, que en los últimos momentos de su vida añade a su testamento un texto pidiendo a sus herederos velar por el buen tratamiento de sus súbditos recién incorporados a la Corona. O unos adelantados de los Derechos Humanos como Antonio de Montesinos, Pedro de Córdoba y Bartolomé de las Casas, por citar algunos de los nombres más populares. ¿Y qué decir de Vasco de Quiroga, con sus pueblos–hospitales, en los que invirtió su fortuna personal para construir la Utopía soñada por Tomás Moro en tierras americanas?
Es común en los países hispanoamericanos creer que antes del Descubrimiento se vivía en una especie de “Arcadia Feliz” en armonía, sin guerras y que los españoles llegaron y cercenaron una cultura avanzada en pleno desarrollo. ¿Por qué existe esta creencia? También otro error es hablar de la cultura indígena como si solo existiese una realidad cultural. ¿Cual era la realidad cultural americana cuando arribaron los conquistadores?
Ciertamente, no es del todo riguroso hablar de “una América” prehispánica. Eran muchas y diversas las culturas que se asentaban en el solar que hoy denominamos América. En el espacio caribeño habitaban pueblos pacíficos, que tenían que defenderse de ataques brutales por parte de vecinos isleños en busca de esclavos y mujeres.
En lo que hoy es México, numerosos pueblos se hallaban sometidos a la llegada de Cortés al estado mexica, al que debían tributar en especie, trabajo, y hombres para contentar a sus dioses con los sacrificios humanos.
¿Podemos entonces “satanizar” a aquellos pueblos prehispánicos? Claro que no. Pero la Arcadia feliz… no deja de ser un mito que nunca se ha hecho realidad.
La realidad es que en México y parte de Centroamérica los antiguos pobladores levantaron espectaculares ciudades, desarrollaron sistemas de escritura que aún perduran y poseyeron importantes conocimientos de astronomía y matemáticas.
En la región andina, una sucesión de culturas que culmina con la Inca, se constituye en un gigantesco estado que logra un control férreo sobre todos los habitantes de lo que se llamaba el Tawantinsuyu y hoy está ocupado por parte de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile… Para mi, una de las grandes realizaciones prehispánicas es precisamente el articulado sistema administrativo inca que permitía un férreo control del territorio y sus habitantes desde el Cuzco. Otra cosa es el precio que tuvieron que pagar los pueblos integrados en ese sistema.
¿Se ha encontrado alguna vez gente ofendida tras usar la palabra “Descubrimiento”? A nosotros nos ocurre mucho encontrarnos con comentarios del tipo “América no la descubrieron los españoles, América ya existía, ya estaba descubierta” ¿Acaso no supuso un descubrimiento tanto para los europeos como para los americanos evidenciar que existían otras tierras y otros pueblos al otro lado del Atlántico?
Las discusiones en torno a la conveniencia de utilizar o no el término “descubrimiento” me resultan bizantinas y estériles. América como concepto no existía en 1492, tampoco cincuenta años más tarde. América se va haciendo a media que se integra en un gran proyecto llamado Monarquía Hispánica. Y este proceso dura muchas décadas. Los territorios americanos se convierten en reinos del Estado Moderno que precisamente “re-nacía” con el proyecto de los Reyes Católicos, que en el tiempo coincide con la llegada de Cristóbal Colón al Caribe. Así pues, entre 1479 y 1550, la Unión de Reinos, proyecto que en parte miraba como modelo la estructura de la Corona de Aragón, se fue incrementando con el aporte de Granada, Navarra, Nueva España, Perú…
¿Intentaron los conquistadores españoles y los evangelizadores destruir el legado cultural de las culturas precolombinas?
La inculturación llevada a cabo en América suponía trasladar el cúmulo de conocimientos y culturas que conformaban el legado greco-romano bañado de cristianismo, y que en 1492 se forjaba como Renacimiento. Con la lógica del momento, los españoles quieren que todos los territorios de la Corona compartan un legado levantado a lo largo de los siglos. Si se podían conservar elementos de las culturas anteriores que no chocaran frontalmente con ese legado, se mantenían.
Añadiría algo más: las lenguas indígenas en algunos lugares se mantuvieron, precisamente, gracias al esfuerzo de las autoridades por ponerlas por escrito, y en el caso de los misioneros, por la obligatoriedad de aprender esas lenguas para poder evangelizar de manera eficaz a las poblaciones autóctonas. Muchos no saben que en las Universidades se implantaron cátedras de lenguas indígenas.
¿Hubo genocidio en América?
No. Un genocidio busca la desaparición de un grupo, y traza un plan sistemático de exterminio. España nunca lo tuvo. Y no hay más que mirar la población que hoy habita la parte española de aquel continente, para constatar que no existió genocidio, ni como proyecto ni como actuación.
La realidad humana de esa América es mestiza. Y si te paras un momento a pensar, en seguida llegas a la conclusión de que genocidio y mestizaje son dos procesos incompatibles.
Obviamente, hay una excepción clara, que es el espacio caribe, en el que prácticamente desapareció la población original en las décadas inmediatas al descubrimiento. Pero tampoco en este caso podemos hablar de genocidio. Hay muy buenos estudios acerca de cómo el trabajo excesivo al que no estaban acostumbrados y, sobre todo, las enfermedades llevadas desde España, fueron mucho más mortíferas que cualquier instrumento bélico.
La Corona española protegió al indígena, ¿por qué esta parte se desconoce o se omite deliberadamente?
Quien la desconoce… ha leído poco y, desde luego, no ha entrado jamás en un archivo que conserve documentación de la época. Y quien la omite deliberadamente, simplemente manipula la historia. La explicación es breve, pero así de contundente.
Gustavo Bueno decía que el Imperio español fue un imperio generador. ¿Fue así?
Pienso que es acertado, si consideramos que en esa categoría entra, por ejemplo, el Imperio Romano. Posiblemente es la referencia más adecuada para entender —aunque con las diferencias marcadas por el paso de los siglos— lo que España hizo en América. Tenemos muy claro lo que supuso el proceso de “romanización” para los pueblos del Mediterráneo, y a nadie se le ocurre lamentar que los pueblos que habitaban el solar ibérico se integraran en la sociedad, cultura y sistema jurídico romanos. En cambio, hablar de “hispanización” de los territorios americanos… acaba resultando peligroso.
¿Cometieron errores los Borbones en el siglo XVIII para que se empezara a barajar la idea de la emancipación?
El siglo XVIII es demasiado complejo como para buscar exclusivamente en él las causas del posterior devenir de la historia americana. Un cambio de dinastía, una guerra de sucesión y la pérdida de los territorios europeos son demasiadas realidades que cambian a España en poco tiempo.
La administración centralista borbónica era muy diferente de la Habsburgo. Pero, además, el mundo estaba en proceso de cambio.
La expulsión de los jesuitas, decretada por Carlos III “por razones que guardaba en su real pecho”, fue sin duda un error, del que todavía se indagan las auténticas razones. Las consecuencias en América de estad decisión fueron devastadoras. Miles de miembros de la Compañía tuvieron que salir de los virreinatos casi a escondidas para evitar protestas generalizadas. La aristocracia perdía a muchos de sus maestros y de sus familiares. La Corona se ganó en un día miles de enemigos entre la élite intelectual.
La realidad europea tras la Revolución Francesa y el Imperio napoleónico son sucesos demasiado trascendentales como para no dejar consecuencias en América. La invasión francesa, y una España sin cabeza visible y legítima tras las abdicaciones de Bayona, posiblemente adelantaron un proceso independentista que fue terriblemente traumático y violento. La emancipación tenía que llegar, pero las circunstancias la precipitaron y produjeron una ruptura violenta, abriendo muchas heridas que iban a tardar décadas en cerrarse.
¿Cómo puede España combatir su Leyenda negra, tratar de conciliar posturas y buscar un hermanamiento con nuestros socios americanos?
Los españoles deben leer, fiarse de los documentos, generar un pensamiento crítico que para muchos será liberador, pues les quitará el peso de una carga que han asumido sobre sus hombros: la de llevar a cuestas y de por vida todos los errores cometidos por nuestros antepasados, sin mirar más allá y sin darse cuenta de que a lo largo de la Historia de España son muchas las acciones que deben considerarse como aportes muy positivos en el conjunto de la Historia Universal.
En el caso de América, basta con conocer las cifras de iniciativas llevadas a cabo por España, en las que se invirtieron muchos e importantes recursos: una gigantesca red de hospitales, escuelas, misiones, catedrales, universidades… configuran un paisaje cultural, educativo y social, que constituyen el legado de la presencia española en aquellos territorios durante los siglos virreinales.
¿Nos recomendaría un par de libros? Nosotros también queremos aprovechar para recomendar su libro “La forja del Nuevo Mundo: huellas de la iglesia en la América española”.
Estoy segura de que muchos de los seguidores de la plataforma Academia Play han leído ya Imperiofobia, de Mª Elvira Roca. Los que no lo han hecho aún, es una asignatura pendiente. Y para tener la visión de alguien “no nacional”, merece la pena leer a Joseph Pérez, La leyenda negra (Gadir, 2012). Es muy sano aprender nuestra propia historia narrada por voces extranjeras, que cuentan con la distancia emocional a veces necesaria.
Muchas gracias por atender a nuestras preguntas. ¿Algún mensaje positivo que quiera dar a todos nuestros seguidores hispanohablantes para terminar esta entrevista?
Gracias a vosotros por contar conmigo para tratar de un tema tan apasionante. Y como mensaje, animo a vuestros seguidores a participar y secundar los actos conmemorativos de los bicentenarios, y aprovechar estos aniversarios para conocer más a fondo nuestra historia común. El ejercicio de festejar juntos el nacimiento de las naciones americanas es enormemente liberador, y permite mirar con rigor el pasado y con esperanza el futuro.