Los intelectuales alemanes y su conexión con el nacionalsocialismo (II)

Como vimos en un artículo anterior, dentro de los intelectuales alemanes, varios influirían directa e indirectamente en el nazismo, aunque algunos se alejarían de él tras su ascenso.

Intelectuales alemanes equidistantes antes del ascenso nazi

Se trata de los intelectuales del breve período de la República de Weimar. Directa e indirectamente estarían conectados con el nacionalsocialismo y el III Reich, ya sea como oposición o como futuros funcionarios tal como se podría apreciar en el caso del inmortal jurista Carl Schmitt.

El nacionalismo spengleriano

De la temprana intelectualidad nacionalista, Spengler es uno de los antirracionalistas tradicionales que da el siglo XX alemán, es bien conocido por haberse dedicado, desprendiéndose de su carrera en todo el transcurso de la Gran Guerra, a La decadencia de Occidente.

Esta obra, fuertemente influida en Nietzsche y en Vico, le merecería reconocimiento en los círculos intelectuales alemanes y también determinados enemigos.

Por ejemplo, Thomas Mann. Básicamente Mann hacía una oda constante al arte como reacción mientras que para Spengler el arte estaba muerto y no se produciría ya arte, ante la decadencia de la civilización.

Pero pese a exponer a Spengler como un hombre brillante, aún con las fuertes críticas de sus contemporáneos, su lucidez política era nula. Había predicho la victoria de Alemania en la guerra, así como la caída del bolchevismo y muchas otras imprecisiones. (Hamilton, 1971, p. 136).

No obstante, el texto de interés de Oswald Spengler es Prusianismo y socialismo (1919) que, a pesar de no ser tan famoso, influyó en el nacionalbolchevismo y en algunos núcleos del nacionalsocialismo.

El socialismo prusiano era la única alternativa, según el autor, para Alemania porque reivindicaba los valores nacionales alemanes y la necesidad de un caudillo en una sociedad piramidal y corporativa. No solo esto, subrayaba la supremacía de la «raza» germánica.

Describe, de forma anacrónica, a Federico Guillermo I como el primer «socialista consciente» pero, sin que haya duda de esto, aquí Spengler se refiere al «führerprinzip» donde el propósito es el caudillaje, la sumisión absoluta al caudillo o al César.

Términos que influyen, por supuesto, en la propia ideología nacionalsocialista y que pueden apreciarse de una u otra forma en Mi lucha.

Un eterno soldado

Ernst Jünger es un personaje ambiguo, que aunque estuvo en el sistema nazi y fue influyente intelectualmente, por muchos motivos, en el temprano nacionalsocialismo, no fue realmente un nacionalsocialista. Estaba lejos de serlo.

Jünger se forjó en las trincheras del frente, saliendo como un veterano de la Primera Guerra Mundial desmovilizado en 1918. Tras el armisticio, conserva su grado de teniente y fuera de su prolífica carrera como autor, colaboró con la redacción de manuales para el Ejército por su experiencia en batalla.

Su relación con el nacionalismo comienza con su colaboración con los Stahlhelm de Seldte en 1919, puesto que era la organización más grande de veteranos de la Primera Guerra Mundial.

En pocas palabras, Stahlhelm pretendía acabar con la «ilegítima» República derrocándola e imponiendo a un caudillo que revisara el Tratado de Versalles, y acabara así con la infelicidad del pueblo alemán.

Y cuando apuntamos a su ambivalencia, o ambigüedad, es porque en principio se muestra favorable a Hitler, llegando a dedicarle ejemplares de Tempestades de acero (1920) y a apoyar, al menos intelectualmente, los esfuerzos de los nacionalsocialistas apuntando a su carácter revolucionario. O al menos eso pensaba en ese momento.

Pero sus acercamientos más bien fueron evidentes con Niekisch, Moeller, Salomon, Hielscher, Kern, etcétera. Incluso gran parte de ellos divergían en el tema ruso con los nazis; pues el nacionalbolchevismo, y más concretamente Moeller, estaban a favor de una amistad con Rusia como históricamente dictó la política exterior alemana.

Esta postura, de hecho, la mantendría Mann mucho tiempo antes pero desde la perspectiva del antirracionalismo literario ruso. (Dipeux, 1976; Payne, 1979).

Con el III Reich asentado, estuvo en París cuando se le ocupó y sirvió en el Frente Oriental siendo censurado por la publicación de varios textos que el régimen consideraba subversivos, al punto de que estuvo en la mira de la Gestapo por haber estado relacionado a varios oficiales que se alzaron contra Hitler en Walküre.

La concepción del III Reich

Moeller, sin quererlo, es esencial en el desarrollo temprano del nacionalsocialismo a pesar de oponerse a sus propuestas políticas de corte nacionalista. En la intelectualidad nacionalista, Moeller van den Bruck no parece ser muy recordado.

Más bien, como los anteriores, Moeller influye en la gestación del nacionalbolchevismo porque insiste en una alianza con Rusia, en aquel momento soviética, y en que Alemania no era un país occidental, pues el Occidente era la propia decadencia anglofrancesa como lo sugería Oswald Spengler.

En 1923 Moeller publica su libro de título Das Dritte Reich o El Tercer Reich donde desarrolla el concepto que mucho después de su muerte sería el nombre acuñado por Hitler para la estructura estatal nazi. En contra de su voluntad, por supuesto. Poca simpatía sentía por Hitler.

El Juniklub y su papel

Según el autor Hamilton (1971) para 1919 Moeller funda Juniklub —un círculo de intelectuales de orientación conservadora— en donde surge la idea, ya hablada en múltiples círculos conservadores y nacionalistas, de un Estado corporativo, socialista —a la prusiana— y nacionalista cuya política exterior fuese contraria al Reino Unido y a Francia.

Entre los miembros del Juniklub se encontraban Hans Grimm y Heinrich von Gleichen así como hay documentadas asistencias de Spengler, Otto Strasser, del NSDAP y de Heinrich Brüning, futuro canciller y miembro de Zentrum, a varios mitines del círculo. (p. 149)

La presentación de Hitler en el club en 1922 fue un fracaso. «Usted tiene todo lo que a mi me falta», le dijo a Moeller. «Usted está creando el marco espiritual para la reconstrucción de Alemania. Yo no soy más que un tambor que llama a reunión. Tra­bajemos juntos». Pero Moeller se opuso a él con firmeza. «Este tipo nunca irá lejos», les dijo a sus compañeros y, de creer a Brüning añadió: «Preferiría suicidarme antes que ver a un hombre como ese en la jefatura». (Hamilton, 1971, p. 149; Stern, 1961, pp. 237-238)

El ala izquierda del nacionalsocialismo

Gregor Strasser, junto a su hermano Otto, representaron lo que los historiadores calificaron de ala izquierda.

Es difícil encajarlos en el perfil de intelectuales en su sentido más pleno, más bien fueron ideólogos del nacionalsocialismo y dirigieron brevemente el Frente Negro como oposición al nazismo.

Cuando Hitler estaba todavía en prisión, después del fallido golpe, Gregor Strasser fue el miembro más activo del nacionalsocialismo. De hecho, mantuvo correspondencia frecuente con Oswald Spengler.

Por esto catalogó la concepción del III Reich como un «hecho político altamente constructivo que se ajusta a los objetivos del NSDAP» (Hamilton, 1971, p. 140-141).

Gregor, y no así su hermano, sería ejecutado en 1934 por agentes de la SS tras ser trasladado al cuartel general de la Gestapo. Fue ejecutado con tres disparos en la sien y dos en la nuca como, por supuesto, murieron muchos oponentes políticos del recién asentado nazismo.

Freikorps y nacionalbolchevismo

Ernst von Salomon comienza su carrera dentro de los freikorps. Incapaz de combatir en la Primera Guerra Mundial por ser joven a pesar de haber sido educado en la Escuela Real de Cadetes de Prusia. Con el alzamiento espartaquista, decide «desertar» de la «ilegítima» Weimar como un freikorp consagrado con los «deberes patrios».

De pertenecer brevemente a los servicios de policía, pasa a un grupo paramilitar que todavía luchaba contra los bolcheviques en Riga. Aún en contra de las órdenes de la República de Weimar.

Salomon, como Kern, se suscribe al nacionalbolchevismo que era lo más ajustado a su desprecio por la vida burguesa y a la idea de un comunismo nacional bajo ideales germánicos. Su guerra, según comenta, era contra el «Oeste, el capitalismo» (Hamilton, 1971, p. 153).

El mayor de los intelectuales de la Revolución conservadora

Edgar Jung era un abogado bávaro, representante del movimiento nacionalista conservador antiliberal. Veterano de guerra del ejército imperial, se retira con el rango de teniente al término de la Primera Guerra Mundial.

Como freikorp, participa en contra del alzamiento comunista en Baviera en la primavera de 1919. Se opone a la ocupación francesa del Ruhr y al separatismo local. Se convierte en crítico de la República de Weimar, dentro de los intelectuales juristas, y en un firme opositor al nacionalsocialismo. Es purgado en 1934 por los nazis.

Nosotros llamamos Revolución conservadora a la restauración de todas las leyes y valores elementales sin los cuales el hombre pierde el contacto con la naturaleza y con Dios y no puede continuar construyendo un orden auténtico. (Hamilton, 1971, p. 144; Jung, 1932, p. 380)

Carl Schmitt y el realismo político

Del movimiento conservador, Schmitt no solo es conocido por su criticismo a la República de Weimar, o su papel en el III Reich, sino por su invaluable aporte a la teoría política.

Crítico del Estado liberal, y del parlamentarismo, así como de la concepción de Estado total que, de hecho, se desarrolla desde el Estado liberal. Estos Estados como productos de la reorganización política moderna, el Estado-nación y la técnica, son de hecho aparatos que controlan todo por decisión, en tanto deciden que es lo político (Negro Pavón, 2010).

Pero su conexión más grande con el nacionalsocialismo se da desde 1933 junto a figuras como Julius Binder, Karl Larenz o Ernst Forsthoff que sirvieron como los reorganizadores del Derecho nazi.

A Schmitt, esencialmente, se le conoce por la concepción de kat-echon que sin problema aplica al III Reich como «heredero del Sacro Imperio Romano, enclavado en el gran espacio central europeo, es el nuevokat-echon que retardará la llegada del Anticristo que había nacido en el solar ruso» (Schmitt, 1995; Jiménez Segado, 2005).

Su labor de reorganización en cuanto al Derecho internacional es más que evidente, cuando sencillamente no hablamos del Derecho interno, estatal, nacional. En este caso, como el führer es para Schmitt el defensor del Derecho y como mediante esta defensa, es un acto legítimo la purga de 1934 porque implica salvaguardar la unidad alemana.

Continuación y otros intelectuales

Esta segunda parte tuvo el propósito de mostrar a los intelectuales más destacados, dentro del nacionalismo de entreguerras, que de alguna forma u otra interactuaron con los nazis.

La naturaleza de este medio que se caracteriza por la brevedad de los artículos, no por ello perdiendo rigurosidad, exige una tercera parte donde pueda tratarse el período donde el régimen, finalmente, se ha asentado y se hable concretamente de la Alemania nazi.

Bibliografía:
  • Hamilton, A. (1971). La ilusión del fascismo: Un ensayo sobre los intelectuales y el fascismo 1919-1945. Barcelona: Luis de Caralt.
  • Griffin, R. (2019). Fascismo. Madrid: Alianza Editorial.
  • Harris, A. (1942). Sombart and German (National) Socialism. Journal of Political Economy,50(6), 805-835. Retrieved May 19, 2020, from www.jstor.org/stable/1826617
  • Jiménez Segado, C. (2005). Carl Schmitt y el Derecho Internacional del Reich. Revista de estudios políticos, ISSN 0048-7694, Nº 127, 2005, págs. 323-336
  • Negro Pavón, D. (2010). Historia de las formas de Estado. Madrid: El Buey Mudo.
  • Nolte, E. (1979). El fascismo. De Mussolini a Hitler. Barcelona: Plaza & Janés Editores.
  • Payne, S. (1979). El fascismo. Madrid: Alianza Editorial.
  • von Kuehnelt-Leddihn, E. (1948). The Bohemian Background of German National Socialism: The D.A.P., D.N.S.A.P. and N.S.D.A.P. Journal of the History of Ideas,9(3), 339-371. doi:10.2307/2707374
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